NIETZSCHE Y LA JOVIALIDAD

"Jovialidad", en los diccionarios, significa aquél estado de ánimo en el que se expresa alegría, apacibilidad, festividad e incluso serenidad; también puede significar apacibilidad del genio. En catalán es gai o joia, en francés gai o joie, en inglés gay, en alemán es Heiterkeit; en todos estos idiomas significa lo mismo: alegre, sereno, etc. Astrológicamente, la serenidad se relaciona con el planeta Júpiter, Jovis para los latinos, cuya influencia transmite esa apacibilidad de ánimo que se contrapone a la melancolía de Saturno o la euforia de Marte.
El de la jovialidad griega es un tema clásico, muy del momento en el que Nietzsche escribe El nacimiento de la tragedia. Nietzsche se pregunta por la presunta jovialidad de la cultura y el arte de los griegos; y es precisamente éste uno de los títulos que ha pensado para su primer libro, aunque luego sustituido por el que nos ha llegado, después de numerosos cambios (Nacimiento de la tragedia., pág. 257, nota 2; la paginación corresponde a la edición de Alianza Editorial, Madrid, 1984).
Así pues, el tema de la jovialidad griega es tratado por Nietzsche de la siguiente manera: ¿era el griego un pueblo jovial?, ¿qué significado tiene sus manifestaciones de jovialidad; la jovialidad griega es un hecho cultural, pero ¿es el aspecto definitorio de la cultura griega?, ¿podemos entender a los griegos considerando simplemente la apacibilidad o la serenidad que expresan sus formas artísticas, por ejemplo la escultura?, ¿a qué aspectos de la cultura griega alcanza esa jovialidad?
En el capítulo 9 de El nacimiento de la tragedia, Nietzsche explora con mayor precisión el concepto de jovialidad griega: los rasgos de jovialidad presentes en la tragedia clásica (Sófocles) son 
"manchas luminosas para curar la vista lastimada por la noche horripilante. Sólo en este sentido nos es lícito creer que comprendemos de modo correcto el serio e importante concepto de jovialidad griega; mientras que por todos los caminos y senderos del presente nos encontramos, por el contrario, con el concepto de esa jovialidad falsamente entendida, como si fuera un bienestar no amenazado" (Nac., pág. 89).
La jovialidad trágica griega es, en suma, la expresión del sentido profundo y silénico de la tragedia misma, su máscara, que permite precisamente ver y mirar en el escenario el desarrollo de lo obsceno. 
"La alegría genuinamente helénica por esta desatadura dialéctica _escenario, obsceno_, es tan grande que sobre la obra entera se extiende por este motivo un soplo de jovialidad superior que quita por todas partes sus púas a los horrendos presupuestos de aquel proceso" (Nac., pág. 89).
En este sentido, pueden apreciarse claramente las diferentes caracterizaciones que Nietzsche establece en relación con el concepto de jovialidad: una cosa es la alegría genuinamente helénica, propia de la tragedia, y otra el bienestar no amenazado, propio de una concepción aburguesada de la vida que irrumpió en la cultura ateniense coincidiendo con el Siglo de Pericles. La profundidad casi mágica de esa jovialidad superior inmersa en la tragedia no es objeto de la crítica de Nietzsche, sino su transformación en la jovialidad del bienestar no amenazado. Nietzsche no critica la jovialidad del artista que desafía toda desgracia y la refleja bellamente en "un negro lago de tristeza" (Nac., pág. 92), sino aquello exagerado y unilateralmente apolíneo y racional, 
"pues a los seres individuales Apolo quiere conducirlos al sosiego precisamente trazando líneas fronterizas entre ellos y recordando una y otra vez, con sus exigencias de conocerse a sí mismo y de tener moderación, que esas leyes fronterizas son las leyes más sagradas del mundo" (Nac., pág. 94).
Nietzsche nos presenta más adelante ese proceso de degeneración de la jovialidad griega en un subproducto emparentado con la muerte, con el suicidio, de la tragedia, en manos de Eurípides. La muerte de la tragedia es un síntoma de senilidad en la cultura griega, de barroquismo voluble y estrafalario, 
"y caso de que continúe siendo lícito hablar de la jovialidad griega, trátese de la jovialidad del esclavo, que no sabe hacerse responsable de ninguna cosa grave, ni aspirar a nada grande, ni tener algo pasado o futuro en mayor estima que lo presente [...] esa mujeril huida de la seriedad y del honor y ese cobarde contentarse con el goce cómodo" (Nac., cap. 11, pág. 104).
Esta jovialidad no puede en modo alguno relacionarse con aquella otra propia de la tragedia porque se trata de algo senil y servil. La jovialidad genuinamente griega es 
"como la flor, brotada de un abismo sombrío, de la cultura apolínea, como la victoria que con su reflejo de la belleza alcanza la voluntad helénica sobre el sufrimiento y sobre la sabiduría del sufrimiento" (Nac., cap. 17, pág.144). 
En cambio, la forma degenerada de esta jovialidad, la jovialidad del hombre teorético, alejandrina, socrática, refleja un sutil e improductivo placer de existir, basado en la posibilidad del conocimiento. El jovial alejandrino dice a la vida: te quiero, eres digna de ser conocida _en lugar de ser vivida; tal es el sentido de la vida para el jovial, de modo que escasamente soporta el escepticismo.
Nietzsche admite la alegría (del Sol) en un sentido estético, la alegría de Zarathustra al despertar (el Prólogo a Así habló Zarathustra o el libro Aurora son consecuencia de esta postura); lo que no admite es la jovialidad, que es una alegría reflejada, como la luz de la Luna; no es una alegría espontánea, es una alegría ética.



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