ERICH FROMM Y LA ESCUELA DE FRANKFURT

 UN INTENTO DE PSICOLOGÍA SOCIAL EN LA ESCUELA DE FRANKFURT


Fromm en los años 20

En 1931, la Escuela de Frankfurt quiso iniciar una investigación sobre el estado general de la clase trabajadora alemana, considerando ya muy próxima la amenaza del nazismo, la debilidad de la República de Weimar y las dificultades para provocar cambios revolucionarios y emancipadores en el país. El resultado de esta investigación puede verse en el libro de Erich Fromm titulado Obreros y empleados en vísperas del Tercer Reich. Un análisis psicológico-social (publicado en español por FCE, Buenos Aires, 2012). El proyecto fue propiciado por el recién nombrado director del Instituto para la Investigación Social (nombre original de la Escuela de Frankfurt), Max Horkheimer, que abogó por una orientación hacia el análisis de la cultura social, de la superestructura, como medio para conocer mejor la realidad de Alemania y su clase trabajadora, lo que exigía algún tipo de estudio empírico desde la psicología social para poder enriquecer el conocimiento desde lo teórico crítico. Su apuesta por Fromm y el psicoanálisis como instrumento interpretativo fue innovadora dentro del Instituto.

Publicado inicialmente en alemán en 1980, a partir de las anotaciones manuscritas de Fromm, que habían permanecido inéditas en inglés con el título German Workers 1929. A survey, its methods and results, traducidas y editadas Wolfgang Bonss para una edición en alemán. Fromm había autorizado su divulgación poco antes de morir, a instancias de Bonss, en marzo de 1980 (cuando las grandes figuras de la Escuela ya habían fallecido también), y desde entonces apenas ha tenido traducciones: al alemán, italiano y japonés, y sólo en 2012 al castellano, en la edición arriba mencionada. En su libro El miedo a la libertad (1941) menciona brevemente este proyecto al inicio del capítulo 6, dedicado a la psicología del nazismo, en nota a pie y brevemente, así como en otras obras del autor alemán. De hecho, es la publicación más referida en las obras de Fromm, y a la vez la más desconocida de la Escuela de Frankfurt, hasta su publicación en 1980; se dice, además, que esta obra marcó definitivamente el rumbo de los intereses intelectuales de Fromm.


SEDE DE LA ESCUELA DE FRANKFURT


El joven Erich Fromm fue nombrado jefe del departamento de psicología del Instituto, dirigido entonces por Horkheimer, que le encargó llevar a cabo un estudio empírico sobre la situación social, ideológica, cultural, anímica, caracterológica, de hábitos, costumbres y gustos artísticos de la clase trabajadora alemana. Se trataba de esclarecer los posibles vínculos entre el aparato anímico personal (los rasgos latentes de la estructura libidinal) y el desarrollo social. La sospecha era que la crisis económica, en lugar de exacerbar los ánimos revolucionarios, iba a generar actitudes de simpatía hacia el autoritarismo, la intolerancia y la disciplina bajo la égida de un líder.



La idea era, en pocas palabras, poder conocer con anticipación si los partidos obreros alemanes, el socialista y el comunista, podrían confiar en sus bases ante el empuje del nazismo, si los obreros alemanes tenían tendencias emancipatorias o más bien autoritarias. Para ello se requería un estudio empírico de la opinión de una muestra de ciudadanos alemanes pertenecientes a la clase obrera y asalariada. De hecho, fue el primer estudio empírico llevado a cabo por la Escuela de Frankfurt, orientada inicialmente a la teoría crítica, a la filosofía desde una orientación marxista.

El proyecto, al tener un carácter empírico, ponía en juego las bases teóricas de la Escuela, críticas precisamente con lo empírico, desde el punto de vista de la teoría crítica, que discuten los métodos inductivos habituales en toda investigación empírica. Fromm intentará aquí conciliar las dos posturas, empírico y crítica, a la vez que explicar la tensión entre el pesimismo antropológico de las pulsiones freudianas y el optimismo posibilista del marxismo, cosa que hizo a través de los conceptos caracterológicos aplicados a clases sociales, o a grupos sociales (he aquí un punto de discusión dentro de la Escuela). En este empeño encontró cierta oposición en Adorno, que desconfiaba sobre todo del carácter empírico del proyecto. Y tal intento de conciliación entre teoría marxista, psicoanálisis y ciencia social llevará a esta obra al ostracismo entre 1939 y 1980, consecuencia sobre todo de las pugnas personalistas de los intelectuales implicados en la dirección del proyecto, cosa que acabó frustrando su divulgación en aquel momento, malogrando lo que se llamó un “botín devorado por los divismos frankfurtianos”. Por otro lado, la elaboración de las conclusiones se llevó a cabo después del cierre del Instituto y la huida de sus componentes, así como la pérdida de documentación. Además, Horkheimer había cambiado su postura hacia la psicología social hacia posiciones menos comprometedoras, acercándose a Adorno, para recortar las pretensiones sociologizantes de Fromm. De hecho, Adorno menospreciaba el talante optimista y sociológico de Fromm (para los filósofos marxista, Fromm era un culturalista; para los psicoanalistas, era un antropólogo atrapado en un museo de cera). A partir de 1939 éste se separa de lo que queda del Instituto y el proyecto queda frustrado definitivamente.

Se preparó un cuestionario de unas 270 preguntas, de tipo abierto, para acceder a los rasgos caracterológicos correspondientes a los diferentes estamentos socioeconómicos. Este formato abierto pretendía facilitar la libre asociación de ideas en las respuestas, así como desbloquear la estructura libidinal de los encuestados. De un total de 3300 cuestionarios repartidos, Fromm dispuso de unos 584 respondidos (fueron unos 1100, pero se perdieron durante la huida a Estados Unidos), a partir de los cuales Fromm pudo extraer conclusiones y categorizaciones, para “dar a conocer las determinaciones que rigen la realidad de los obreros y los empleados alemanes y de la sociedad moderna en general”.

El tipo de preguntas más comprometedoras se refiere a aquellas de carácter cultural e ideológico: ¿quién tiene el poder real en el Estado? ¿Qué forma de gobierno cree la mejor? ¿Qué piensa de la justicia alemana? ¿De la guerra? ¿De la inflación? ¿De la racionalización? ¿Y de su propio partido? ¿Quién es el «culpable de su propio destino»? ¿Mediante qué «medios puede mejorarse el mundo»? ¿A quiénes considera las «personalidades más grandes de la historia? Preguntas sobre “el adorno de la vivienda, los libros leídos, música, películas y obras, moda femenina, […] las opiniones sobre las transformaciones que entonces sufría el núcleo familiar consultando opiniones sobre el hecho de que las mujeres ejerzan una profesión, sobre la aprobación o no del castigo corporal en la educación de los hijos, sobre la educación sexual de los hijos y sobre el aborto, […] la relación de los empleados y los obreros con sus superiores, la opinión sobre el préstamo a amigos, la orientación de las inversiones que darían a una fortuna hipotética, la felicidad o infelicidad de su infancia y del matrimonio de sus padres, y la manera de conciliar el sueño”. La interpretación de las respuestas a estas preguntas está sujeta a controversia, porque la dispersión de las respuestas no permite establecer patrones significativos ni correlaciones empíricas determinantes, pero sí que en general las respuestas coinciden con las consignas oficiales de los partidos de turno o bien resultan divergentes de las esperables según la atribución ideológica en aspectos más subjetivos.

Estos datos se iban a interpretar en clave psicoanalítica, bajo la idea de que el psicoanálisis podría aplicarse a la psicología social, es decir, con la intención de psicoanalizar a la sociedad alemana a través de sus componentes individuales, convencido Fromm de que esta operación tenía fundamento teórico, que psicoanalizar a la sociedad como se psicoanaliza a un individuo no supone un cambio cualitativo sino meramente cuantitativo, sobre todo porque lo que se buscaba no eran pruebas contundentes sino tendencias colectivas. De hecho, podemos pensar que el psicoanálisis ya había dado señales de alarma sobre los futuros desarrollos de la sociedad burguesa hacia el autoritarismo, pero iba a ser difícil aunar esta teoría con el marxismo, sobre todo después de la II Guerra Mundial.

A partir de una interpretación general de los datos, Fromm establecerá una categorización o caracterología psicoanalítica sobre tres dimensiones: evaluación de los problemas políticos (socialista–comunista, liberal–reformista, o antisocialista–autoritario), posición frente a la autoridad (posición libertaria, autoritaria e intermedia a la que denomina reformista) y posición frente al prójimo (socialista, autoritaria, reformista). La incongruencia entre las tres dimensiones en obreros adscritos a la izquierda política hace pensar a Fromm que «si bien los partidos de izquierda poseían la lealtad política y los votos de la gran mayoría de los obreros, en general, empero, no lograron transformar la estructura de personalidad de sus miembros, de modo que hubieran sido confiables en situaciones críticas». De esta manera, ante la pregunta sobre personalidades históricas, aunque el personaje elegido perteneciese al arco ideológico de la izquierda, si se trataba de alguien con fuerte carga de liderazgo y autoridad, se interpretó que tal elección se ajustaba a un perfil psicológico próximo al autoritarismo, por ejemplo. “Del mismo modo, en la pregunta por la forma ideal de gobierno, la mayoría se pronunció a favor de un gobierno de izquierda, pero a la hora de tomar posición respecto del castigo corporal, hubo significativamente más respuestas autoritarias que antiautoritarias. Esto denotaba una actitud hacia el poder, propia del carácter autoritario de tipo sado-masoquista: admiración, disposición al sometimiento, desprecio por los derechos de los débiles”.

Los resultados hicieron pensar a Fromm que había razones para sospechar que la sociedad moderna, el desarrollo burgués, podía dar paso a formas políticas autoritarias, contra una interpretación marxista más ortodoxa. Fromm detecta tendencias en la cultura política de la muestra que indican desajustes en la pretendida racionalidad del desarrollo social burgués, a pesar de que la mayoría de los encuestados presentan tendencias políticas orientadas a la izquierda, pues aparecen fuerzas anímicas y culturales en sentido opuesto, una debilidad estructural en las bases de las clases asalariadas que podrían desembocar en el autoritarismo. Por ejemplo, detecta que entre los grupos vinculados a la socialdemocracia y el comunismo hay un 50% de indecisos ante una eventual votación electoral, es decir, que la vinculación política muestra cierta debilidad de compromiso. “Cada vez que el capitalismo liberal se desarrolla hasta sus límites críticos se inicia en el mundo una reevaluación crítica de la democracia burguesa, que nos deja a las puertas de una nueva resolución histórica de la crisis del capital”, afirma Trucco para enfatizar la importancia de este estudio de cara al presente del desarrollo de las sociedades capitalistas.

 

Bibliografía

Fromm, E. (2004), El miedo a la libertad. Barcelona, Paidós.

Fromm. E. (2012), Obreros y empleados en vísperas del Tercer Reich. Un análisis psicológico-social. Buenos Aires, FCE (con el auspicio de la Universidad de San Martín y la Facultad Libre de Rosario).

Peirone, F. (2012a), “Engranajes del nazismo”, en Clarin. Revista Ñ, 19 de julio de 2012. Puede consultarse online en este enlace (visualizado el 27 de agosto de 2022).

Peirone, F. (2012b), “Nota a la presente edición”, en Fromm. E. (2012), Obreros y empleados en vísperas del Tercer Reich. Un análisis psicológico-social. Buenos Aires, FCE, pp. 9-12.

Trucco, I. (2013), reseña de Obreros y empleados en vísperas del Tercer Reich. Un análisis psicológico-social (FCE), en revista Pampa, núm. 9, 2013, pp. 265-271.

 

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