HUME Y EL PROCESO DE ABSTRACCIÓN

HUME Y EL PROCESO DE ABSTRACCIÓN

CÓMO EL EMPIRISMO NO PUEDE EXPLICAR EMPÍRICAMENTE 

LA IDEA DE SEMEJANZA



A partir de la distinción entre impresiones e ideas, y mediante el principio de la copia, Hume desarrolla la teoría del significado de los conceptos, es decir, a qué remiten o se refieren los conceptos. Todo lo que puede ser dicho debe corresponderse con alguna experiencia. Así, el significado de la palabra caballo deriva de la idea y de la impresión de un caballo.

Nos encontramos, pues, ante la problemática del significado de los universales, de las ideas complejas (belleza, bondad, perfección, bondad, etc.), que no se corresponden con ninguna impresión particular, sino que obedecen a un proceso de abstracción. Hume intenta explicar cómo funciona este proceso.

Opina que estas ideas son particulares y no generales, como piensan los racionalistas. Es decir, que ideas como justicia, amor, caballo, mesa, etc. (las llamadas universales), no son conceptos generales sino ideas particulares que se han generalizado para ser aplicadas a nuestros razonamientos.

Cuando utilizamos el universal mesa, pensamos en una mesa determinada y concreta, usando esta idea particular como si fuera general y no como pretende Platón, que mantiene que las ideas generales están presentes en las cosas particulares, por lo que todas las cosas particulares remiten las ideas generales, de las que derivan.

Para Hume, este uso responde a una costumbre, un hábito, pues al percibir una mesa, o al escuchar la palabra mesa, recordamos la forma en que captamos por primera vez esta idea, su impresión primera, de la que deriva la idea. A partir de esta primera experiencia aprendimos el concepto por abstracción.

Esta teoría es de gran arraigo en el empirismo. Supongamos que analizamos la idea compleja de virtud. Esta idea no procede de ninguna impresión particular sensible, sino de una impresión de reflexión, es decir, de una abstracción. Este proceso ocurre cuando observamos varios actos que se califican de virtuosos, separando en ellos aquello que los relaciona de un modo general, aquello que tienen aparentemente en común:



Según se observa, para explicar el proceso de abstracción se utiliza el concepto de semejanza, que permite relacionar varios actos particulares para extraer (abstraer) de ellos lo que tienen en común, la idea de virtud. Pero, ¿cómo se puede explicar que poseamos el concepto de semejanza? ¿Cómo hemos aprendido el concepto de semejanza? ¿Podemos aprender qué es la semejante contemplando actos semejantes, sin saber antes que son semejantes?

Sobre esta cuestión, nada puede decir Hume, porque la teoría de la abstracción no puede explicar el origen de la idea de semejanza, pues es absurdo aplicar un concepto para explicar ese mismo concepto. Hume dice que simplemente somos así, que así funcionamos, que así es nuestra naturaleza. Asociamos las ideas por semejanza, por proximidad, por contigüidad, por conexión causal. Nada de ello proviene de la experiencia sensible, simplemente operamos así. Son procedimientos que podemos considerar innatos.

La noción de innatismo ya fue postulada por Platón, y luego por Descartes. De hecho, es la única forma de explicar que podamos hallar semejanzas entre ideas, sin haber podido antes aprender qué es la semejanza. Ya lo sabemos antes de comenzar a aprehender el mundo. Del mismo modo, las leyes de la asociación que propone Hume es una forma de decir lo mismo, que operamos así de una forma innata, ya aprendida: buscamos semejanzas y diferencias.







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