CÓMO ACABAR CON LA CULTURA (8)

Maksim Gorky, pseudónimo de Alexei Maksimovich Peshkov (1868-1936), representa una especial manera de relación entre el artista y el poder, no sólo porque se trata de alguien que ha saboreado un determinado espacio de poder, sino también porque ha sido víctima del mismo e incluso se ha doblegado ante su peso y su amenaza, no sin presentar cierta resistencia. Se trata, pues, de una figura muy compleja dentro del entramado de autores coetáneos de la Revolución Rusa. Sobre Gorky no se puede colgar una sola etiqueta, y sólo a medias encaja en el resto de los prototipos de víctimas del poder: artista encumbrado por la Revolución y luego objeto de cuidadosa persecución, porque se trata de una figura popular y querida, pero que comienza a ser molesta para ese poder que ya ha superado la fase revolucionaria y se ha convertido en una peso inerte que no quiere moverse un milímetro más hacia adelante.
Gorky, al contrario que aquellos poetas simbolistas a los que intentó proteger de la represión soviética, era de origen humilde y apenas obtuvo educación escolar. En su condición de huérfano, dejó la escuela siendo aún niño para ganarse la vida en diversos trabajos de bajo nivel. Conoció de cerca las condiciones de vida del proletariado ruso, las vivió en sus carnes. Nadie mejor que el podía teorizar sobre el realismo socialista. De un trabajo a otro, llegó a recorrer una gran parte de la extensa geografía rusa. Pero su pasión por la lectura le ayudó a ir más allá, y ya en la adolescencia conoció las ideas revolucionarias que llegaban entonces a Rusia.

De la lectura a la escritura: consigue trabajar como periodista para varios diarios provinciales, y en 1892, a los 21 años, publica un cuento en el diario georgiano Kaukas, de Tiblisi, bajo el pseudónimo de Gorky (amargo). En 1895 publica en un diario de San Petersburgo, cosa que le proporciona mayor difusión y fama. Sus historias ya tienen como referente a las clases populares y los trabajadores, y los bajos fondos en que han de moverse. Pero también describe el auge del capitalismo ruso, en ese momento en que el país acaba de iniciar su pequeña revolución burguesa. Su sensibilidad hacia las clases bajas le lleva a criticar el régimen zarista y a simpatizar con el marxismo, cosa que le supondrá visitar la cárcel frecuentemente entre 1900 y 1905. En 1902 conoce a Lenin, con quién mantendrá una relación estrecha aunque no siempre amigable. Gorky se encuentra cerca del bolchevismo, sobre todo después del Domingo Sangriento (episodio clave en el desencadenamiento del proceso revolucionario ruso, en enero de 1905), que le lleva a comprometerse con los socialistas radicales hasta el punto de cederles grandes cantidades de dinero provenientes de la venta de sus libros. Sin embargo, le fracaso relativo de la Revolución de 1905 le lleva de nuevo a la cárcel, de la que sólo es liberado tras una campaña internacional en la que han participado figuras prominentes de la cultura europea, como Marie Curie. Después, los bolcheviques le envían a Estados Unidos para recaudar fondos. Durante su estancia en América escribe La madre, obra clave en el posterior desarrollo de la estética oficial soviética.

Gorky y Lenin en Capri
El exilio en Capri, entre 1906 y 1913, es consecuencia también de una revolución que no ha conseguido desbancar al zar. También cuentan la mala salud de Gorky, que padece tuberculosis y le conviene el clima mediterráneo, y las riñas con los bolcheviques a causa de su insistente defensa de su independencia intelectual. No obstante, recibe a los amigos del partido. Hay una fotografía en la que Gorky contempla una partida de ajedrez entre Lenin y Bogdanov, tomada en Capri en abril de 1908. También recibe a Lunacharsky, el futuro comisario bolchevique de cultura popular. Juntos idean la creación de una enciclopedia rusa al estilo de la de Diderot, y esto será el embrión de la posterior Gran Enciclopedia Soviética, que comenzará a editarse en 1923. Curiosamente, Benjamin, durante su visita a Moscú en 1926 está en plena redacción de un artículo sobre Goethe que le han solicitado los rusos para esta obra.1
En 1913 regresa a Rusia aprovechando una amnistía del zar en conmemoración de los seis siglos de la dinastía Romanov. Es una época convulsa, pues Europa entera se prepara para una guerra en la que los bolcheviques no desean la intervención rusa. El apartamento de Gorky en Petrogrado se convierte en cuartel general de los bolcheviques, que están preparando la revuelta de octubre de 1917. A la vez, Gorky presta su apoyo a los jóvenes poetas rusos, influenciados por las corrientes europeas que han ido entrando en el país desde mediados del siglo anterior. El caso es que no todos ellos serán próximos al bolchevismo, no encajarán en la estética oficial soviética y serán censurados, perseguidos e incluso asesinados. Gorky estará entre la espada y la pared por esta razón, obligado a adoptar actitudes no siempre coherentes con su visión del arte y la libertad del artista o con sus compromisos políticos.
Aunque Gorky colabora con el gobierno soviético, no evita criticar a los bolcheviques desde su periódico Novaya Zhizn (“Nueva Vida”) por su censura sobre la libertad de creación artística. En un texto publicado en 1918 bajo el título de Ensayos inoportunos llama tirano al propio Lenin por su represión de la libertad de expresión, comparable a la del depuesto zar. Cada vez más incómodo con sus camaradas bolcheviques, el episodio de la ejecución del poeta Gumilev, por quien él mismo había intercedido ante Lenin, en agosto de 1921, le conduce a abandonar nuevamente su país y en octubre de ese mismo año regresa a Italia, desengañado de la Revolución. Merleau-Ponty comenta con cierta sorna este amargo momento:
En un folleto reciente sobre la tragedia de los escritores soviéticos, Victor Serge recuerda honestamente que Gorki, 'que mantenía una valiente independencia moral' y 'no se privaba de criticar el poder revolucionario, terminó por recibir una invitación amistosa de Lenin de exiliarse en el extranjero'.2
Este escrito de Merleau-Ponty, publicado en 1947, venía a justificar la brutalidad del estalinismo como una necesidad defensiva de la Revolución, en tanto que:
Apareció el hecho de que, para edificar esta economía en las condiciones particulares del país de la Revolución, era preciso hacer sufrir a los hombres más de lo que el antiguo régimen los hacía sufrir, y que para liberar a los hombres del porvenir era necesario oprimir a los hombres del presente. […] Lenin y sus compañeros hacían lo que las masas querían en su voluntad profunda y en la medida en que ellas eran conscientes de sí mismas, pero obrar según la voluntad profunda de alguien tal como uno mismo lo definió, significa precisamente ejercer sobre él una violencia, como el padre que prohíbe a su hijo realizar un casamiento tonto por su bien.3
Gorky y Stalin, en 1929
Entre 1928 y 1932, Gorky visitó la URSS en diversas ocasiones, hasta quedarse definitivamente a instancias de Stalin, que le envió una invitación personal. Su mala salud y el fascismo italiano le ayudaron a decidirse, sin duda. Es un momento delicado. Coincide con la consolidación del poder de Stalin, que le acoge con una gran celebración oficial y algunos premios. A pesar de su pasado, y quizás gracias a su antigua disidencia con el leninismo, Gorky se sitúa en el círculo de la ortodoxia estalinista y se convierte en el líder de los escritores soviéticos, como primer presidente de la Unión de Escritores Soviéticos, fundada en 1934, desde donde se formula e impone el realismo socialista como estética oficial y criterio de admisión y censura de las futuras propuestas literarias. Tal es su integración, que en algunos panfletos Gorky glorifica algunos de los más brutales aspectos del estalinismo. Sin embargo, ese mismo año de 1934, coincidiendo con el asesinato de Serguei Kirov, un viejo bolchevique, que marca el inicio de la represión, Gorky es sometido a arresto domiciliario. Nada es seguro en estos momentos, caerán líderes de la revolución como si fueran peones en una partida de ajedrez.


Gorky en 1935

La muerte de Gorky sobrevino en 1936, rodeada de misterio. Aparentemente se debió a su enfermedad, la tuberculosis, y así se hizo oficial. Pero en 1938, durante la Gran Purga, en el interrogatorio a Bujarin se le acusó de haber conspirado para asesinarlo. Sin embargo, desde medios occidentales se sospecha que fue Stalin quien ordenó su muerte a causa de la creciente y velada oposición de Gorky a sus excesos. Nunca se sabrá la verdad, pero la controvertida figura de Gorky quedará en la memoria cultural de los europeos como símbolo de la resistencia ante el poder, no siempre infranqueable, no siempre vencida.








NOTAS

1W. Benjamin, Diario de Moscú, op. cit., entrada del 8 de diciembre de 1926, pág. 19, nota 24.
2M. Merleau-Ponty, Humanismo y Terror, op. cit., pág. 16.

3Ibid., págs. 54 y 130.

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