HISTORIA: Napoleon y Sieyès (1799)

Hoy, 9 de noviembre, es 18 de brumario del calendario revolucionario francés. Es el aniversario del golpe de estado de Napoleon contra el Directorio del que formaba parte junto a Sieyès. La trama fue urdida por ambos más Fouché y Talleyrand, y desembocó en el establecimiento de un Consulado de tres miembros, Napoleon, Sieyès y Ducos. A partir de aquí, Sieyès diseña una constitución basada en el equilibrio de poderes. Napoleón usa su posición de fuerza para alterarla y convertirse, como Primer Cónsul, en el supremo gobernante del país. El camino hacia el I Imperio está abierto. Es el fin del proceso revolucionario.



Sieyès es la figura de este acontecimiento con mayores implicaciones teóricas. La obra que le dio fama fue su panfleto ¿Qué es el Tercer Estado?, publicado en enero de 1789. Antes había escrito un Ensayo sobre los privilegios, publicado en1788. Como teórico constitucional en los albores de la Revolución, Sieyès desarrolla un concepto de soberanía popular que inspiró a la burguesía francesa en la lucha por el poder contra la aristocracia y la monarquía. 






El papel de Sieyès en la orientación del nuevo régimen francés es esencial, por cuanto que su distinción teórica entre ciudadanos activos y pasivos, según el nivel de renta, servirá para determinar el derecho al voto (sufragio censitario) y a la participación política, con el fin de asegurar el control del los mecanismos políticos a la burguesía, a la alta y la media burguesía. Esto se reflejará en la Constitución de 1791. Se trata de uno de los aspectos más negros de la misma, inspirado en Sieyès, paradójicamente; es un complemento a su noción de ciudadanía. El ciudadano es sujeto de derechos, civiles o políticos, pasivos o activos, respectivamente. Todos los ciudadanos tienen garantizados los derechos civiles o pasivos, pero sólo los ciudadanos 'activos' obtienen los derechos políticos, los que dan lugar a la participación activa en la vida política del país. Este será el modelo de democracia de los girondinos, frente al modelo más radical de los jacobinos, que quieren extender el sufragio a todos los niveles sociales: no hay libertad si no es también política. En realidad, la alta burguesía, que había planificado los inicios de la Revolución, utilizó a las clases populares para el asalto contra el Antiguo Régimen y despejar así el camino, pero asociaba la extensión de la libertad que reclamaba al resto de las clases sociales con la emergencia de la violencia. Por esta razón la burguesía se abstuvo de dar la libertad de elegir a las clases populares. 



Tal y como Sieyès escribió, su teoría se hizo realidad:  "Todos pueden gozar de las ventajas de la sociedad, pero sólo los que contribuyen al establecimiento público son como los verdaderos accionistas de la gran empresa social".

Burke, otro gran partidario de proteger a la sociedad de las clases bajas, escribió en sus Reflexiones sobre la Revolución francesa (1790):  "En esta corporación, refiriéndose a la sociedad, todos los hombres tienen los mismos derechos; pero no a cosas iguales. El que sólo aporta cinco chelines a la entidad tiene tanto derecho a ella, en proporción, como el que aporta quinientas libras. Pero no tiene derecho al mismo dividendo del producto del capital común".

Ambos razonamientos van por la misma senda. Están copiados de Aristóteles, aunque obviando la parte en que el Estagirita afirma que la ciudad es para que todos puedan vivir bien, como ciudadanos. Esta respuesta de Aristóteles encabeza este blog, como símbolo de la sabiduría del pensamiento clásico.





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