ENTREVISTA A STANLEY MILLER (1996)


Hace ahora 42 años, parecía que la ciencia había sido capaz de resolver uno de los mayores misterios de la naturaleza: el origen de la vida. Por aquel entonces, un joven investigador llamado Stanley Miller tuvo la genial idea de reproducir en un matraz las condiciones que supuestamente se dieron cita en la Tierra primigenia. Introdujo en el recipiente de cristal algo de amoniaco, metano e hidrógeno -la atmósfera original- y lo llenó de agua -los océanos-. Después, lanzó pequeñas descargas eléctricas que simulaban rayos primitivos, mientras un calentador mantenía el agua a la temperatura necesaria. A los pocos días de aquella ocurrencia, el matraz empezó a llenarse de una sustancia viscosa y rojiza. Miller encontró que era una pasta rica en aminoácidos, los ladrillos fundamentales de la vida responsables de la creación de proteínas.

La euforia del momento fue enfriándose con los años, según iban apareciendo nuevos hallazgos sobre las condiciones vitales primigenias. "El problema del origen de la vida -confiesa Miller- se ha manifestado como algo mucho más difícil de resolver de lo que otros muchos científicos y yo habíamos pensado en un principio." 


Según hoy sabemos, la atmósfera de hace casi 4.000 millones de años no contenía tanto metano y amoniaco como intuyó el joven químico de Chicago, y tampoco debió de ser tan favorable para la síntesis de compuestos orgánicos. 

-¿Cómo cree ahora que fue la atmósfera cuando comenzó la vida?


-No tenemos ninguna evidencia de cómo pudo ser. No hemos podido reproducirla todavía. Lo único que poseemos como modelo son las rocas que había entonces. Y de su estudio podemos intuir las condiciones en que se desarrollaron. A pesar de que hay muchas investigaciones que pretenden -negarlo, yo sigo sosteniendo que hace más de 3.000 millones de años existía lo que llamamos una atmósfera reducida, compuesta por hidrógeno, metano y amoniaco. Un reciente estudio japonés me ha dado la razón al descubrir cómo las partículas solares y los rayos cósmicos pueden romper moléculas de agua y acelerar la síntesis del hidrógeno libre y, por lo tanto, del metano y el amoniaco. 

-Según los conocimientos que tenemos hoy, la vida surgió en cuestión de sólo cientos de millones de años, y no de miles de millones de años, como antes se creía. ¿No es un periodo muy corto para un milagro como ése?

-El periodo hábil ahora se piensa que tuvo lugar hace entre 3.500  y 3.800 millones de años. En esta última fecha ya se han encontrado microfósiles que evidencian la presencia de bacterias. Sabemos que antes la Tierra fue bombardeada por asteroides y sufrió una terrible actividad volcánica, lo que debió de destruir todo tipo de vida que hubiera hasta ese momento. El bombardeo acabó hace 3.800 millones de años. Eso nos da un lapso de 300 millones de años, aproximadamente. En mi opinión, es un periodo más que suficiente para que se pueda producir el cambio desde la sopa primordial a las primeras bacterias. La evolución de los organismos en condiciones ideales puede ser muy rápida.


-¿Cuál es la mejor arma para conocer el origen de la vida: el laboratorio, el espacio, la vida misma...?

-Para encontrar informaciones válidas podemos recurrir a varias fuentes. Los químicos intentamos descifrar en el laboratorio cómo se desarrollan los aminoácidos y buscamos pistas de qué pudo pasar en el origen de la vida. El problema de estos experimentos es que resulta muy difícil encontrar compuestos que tú no estés buscando de antemano. El espacio nos da algunas informaciones sobre la materia orgánica y sobre algunas condiciones similares a las del origen de la vida que se han descubierto en Saturno y en Júpiter. La otra fuente de información interesante es la búsqueda de vida en Marte.  Pero la mayoría de los datos sobre nuestro origen se basa en tratar de reproducir las condiciones químicas y ver qué pasa. Es lo que se conoce como síntesis prebiótica. 

-Quizás algún día lleguemos a conocer cómo fueron los primeros ladrillos de la vida, pero ¿sabremos quién o qué los puso?

-Creo que los ladrillos primigenios de la vida, que podrían ser los aminoácidos primitivos, crecieron en condiciones suficientes para que surgieran automáticamente. Sería lo mismo que preguntarse quién ha puesto la nieve en una mañana de invierno. Bueno, la nieve surge porque existen condiciones para ello. Cómo se juntaron esos aminoácidos e hicieron crecer la vida es lo que no sabemos todavía. En mi opinión, todo sucedió de forma natural por las propiedades del carbono, el nitrógeno y el agua. La vida surgió naturalmente, sin la presencia de nada ni nadie.

-Eso quiere decir que la vida es un proceso determinista. Es decir, que allá donde se produzcan estos fenómenos se dará inevitablemente... 

-Sí, absolutamente. Aunque la palabra determinista encierra una trampa. Si determinista quiere decir que es una conclusión ineludible de ciertas propiedades del carbono, el agua y el nitrógeno, pues sí lo es. Pero es preciso tener en -cuenta que hay un número inmenso de sucesos improbables que tuvieron que darse cita. De manera que no siempre que concurran las mismas condiciones ocurrirá lo mismo. Por otra parte, se dice que estas condiciones son muy estrechas y que es muy difícil que surja la -vida. Pero, en mi opinión, no son tan estrechas. Creo que pueden ocurrir con bastante frecuencia y que hay un razonable abanico de posibilidades de que la vida -pueda aparecer en cualquier momento y lugar.

-¿La química podría desterrar la idea de un Dios creador? 


-Yo no trato de combatir la idea del Dios creador ni creo que la gente que trabaja en este campo lo haga. No es nuestra misión. Yo no veo en absoluto ningún conflicto entre la creencia en Dios y la creencia en la evolución o en el origen de la vida de naturaleza química. Los creyentes pueden pensar que Dios ha sido el creador de las propiedades del carbono, el oxígeno y el agua. Nuestras áreas de conocimiento no se contraponen.

-Pero quizás usted se sintió como un dios cuando realizó su hallazgo, a los 23 años...
-No, ni mucho menos.

Tendremos que creerle, aunque seguro que, en su piel, muchos científicos habrían caído en la tentación.

Jorge Alcalde
Esta entrevista fue publicada en enero de1996, en el número 176 de MUY Interesante
Puede leerse en su formato original en este enlace

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