DESCARTES Y EL PROBLEMA DEL ARGUMENTO ONTOLÓGICO
Pierre Gassendi lanzó una réplica al argumento ontológico de Descartes (desarrollado en la V Meditación): sugiere, en las Segundas Objeciones, que la existencia no es una perfección que pueda añadirse al listado de perfecciones de la idea de Dios.
Esta idea fue reformulada por Kant, dos siglos después: la existencia no es una propiedad, sino una contingencia, algo que puede darse o no darse, de modo que no se puede añadir a la lista con que comparar un Dios inexistente y otro existente: no había diferencia, del mismo modo que no la hay entre la mesa verde que existe y la mesa verde que no. Hay que distinguir bien entre los planos del pensamiento y la realidad, pero Descartes los confunde.
El
principal argumento contra el ontológico ya fue planteado por los medievales,
antes que lo hicieran Hume y Kant: en general, la existencia como tal no es
algo que forme parte de la definición de algo. Podemos definir un triángulo,
pero tal definición no incluye su existencia. O, dicho de otra manera: la
existencia de los triángulos no forma parte de su definición, ya que su
definición no sufrirá alteración alguna tanto si existen como si no. Es decir,
no es preciso pensar como necesariamente unidas la existencia del triángulo y
el resto de propiedades del triángulo, y puedo, en cambio, pensarlas
separadamente sin que el triángulo deje de serlo. La existencia no es en
general una propiedad definitoria de algo, ni es en absoluto una propiedad. Al
decir que un triángulo existe no se está añadiendo nada a su definición, sino
solo diciendo que de ese algo definido hay un ejemplo que podemos captar de
alguna manera, en forma de objeto (Danto, pág. 76).
Descartes,
sin embargo, alegaría que el concepto de Dios es único en el mundo de los
conceptos: su definición o su esencia implica su propia existencia (Danto, pág.
78).
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