HOMO THEORETICOS
UNA APROXIMACIÓN A LA ANTROPOLOGÍA
DE ARISTÓTELES
Para Aristóteles, la
actividad intelectual del hombre es semejante a la divina, pero, a diferencia
de ésta, no es constante, en el hombre no es posible la permanencia sino sólo
durante un corto tiempo. Pero la actividad teorética es lo mejor para el hombre,
es lo que le define.
En Ética
a Nicómaco (libro X), Aristóteles define al ser humano como bios
theoreticos. La vida teorética es la suprema manifestación de la existencia
humana porque con ella se obtiene la felicidad correspondiente a la virtud más excelente, una virtud (areté)
que posee un fin en sí misma, con su propio placer, autarquía, ocio (scholé)
y ausencia de fatiga (en contraposición a la felicidad derivada de la virtud
del guerrero, por ejemplo, que no tiene un fin en sí misma). Con la vida
teorética se actualiza la parte más noble del ser humano.
Pero el
hombre, en tanto que noús, mente pensante, no puede vivir constantemente
así, porque tal es una existencia divina. El resto de los componentes del
hombre exigen atención, no pueden ser descuidados. Dios es puro, pero el hombre
tiene cuerpo y alma, y ambos reclaman cuidados. Así, no podemos estar siempre
haciendo vida teorética: dentro de unas horas hemos de comer, cosa que
puede frustrar la consecución de aquella felicidad perfecta. No podemos vivir
como dioses constantemente. Pero no hemos de temer pensar como hombres, pensar
pensamientos mortales.
En esta
reflexión aparecen sintetizadas las dos tradiciones griegas, la homérica y la órfica:
somos mortales y a la vez un tanto divinos. Su versión de la vida contempla
ambas tendencias: somos mortales pero podemos inmortalizarnos en cierta medida,
sin despreciar lo efímero de la vida. Hay que saber satisfacer a todo el
conjunto de los elementos de la vida humana.
En este
caso, hay dos de ellos que son imponderables:
·
Producción (poíesis)
·
Acción (praxis), que tiene dos
componentes, el ético y el político.
Ambos
elementos están en cierto modo reñidos con la vida teorética (recuérdese la resistencia
intelectual de los filósofos a dejar de serlo para gobernar la polis platónica,
por obligación que no por deseo o gusto). La perfección humana consistiría en integrar
la virtud correspondiente a todo el conjunto de estas exigencias, las de la
mente y las del cuerpo.
Esto sólo
es posible en la ciudad (polis), sea cual sea su régimen político. Por
eso se define al hombre como animal político (politikon zoon). Por su
naturaleza ha de estar en la polis, que es donde la esencia humana se
actualizará y realizará la virtud plena, es decir, seguir lo que la naturaleza
prescribe en la esencia del ser humano. Por eso dice que quien sea capaz de
vivir fuera de la ciudad, o bien es un dios o bien una bestia, un loco (Política
I, 2).
Pero no
se trata de que viva en una comunidad doméstica (la casa, la familia, etc.). Es
la primera forma social, pero no es suficiente, sólo en la ciudad, en el
Estado, se realiza la esencia humana. Esto implica una concepción naturalista
del Estado.
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