LA IDEA DE JUSTICIA EN PLATÓN (una aproximación)

El concepto de justicia, pues, será la base de la construcción de la polis ideal platónica, en conexión con la idea de justicia en el ser humano (sólo una ciudad compuesta de ciudadanos justos podrá ser una ciudad justa). La cuestión es saber qué es la justicia, qué es lo justo, por lo cual podremos saber cómo organizar una ciudad de acuerdo al bien, en un estado perfecto que carezca de los inconvenientes de la democracia, que ha llevado a la muerte a Sócrates. Este empeño en definir lo que es justo lleva a Platón a plantear el problema en el libro II de la República 368c y ss, según el modelo de veamos como es una ciudad justa, a lo grande, y así podremos considerar la idea de justicia en algo más pequeño, el hombre (alegoría de la letra grande y la letra pequeña).

Más adelante desarrollará esta idea de la justicia como algo natural (ontológico y, por tanto, cognoscible), interno al hombre, como armonía del alma humana, en comparación con la justicia aristocrática (fuerza) o la justicia democrática (convención). Por esta razón, el concepto de justicia de Platón tiene dos aspectos que le son esenciales y que no se pueden separar, pues se condicionan mutuamente: un aspecto moral y un aspecto político; el primero como virtud personal del ser humano, y el segundo como virtud de la ciudad plasmada en las leyes y en el Estado. Por lo tanto, la idea platónica de justicia está vinculada también, y sin poder separarla, a su teoría del alma como base de una estructura tripartita, cada una de cuyas partes interviene en el perfil anímico y moral de cada ser humano, aportándole una virtud característica, y por tanto también, interviene en su perfil político. Esta consideración triangular del Estado como manifestación de la realidad-alma-ciudad dará lugar a una concepción también geométrica de la justicia, bajo una forma distributiva: a cada uno le corresponde una forma de justicia, según su alma y la clase social que ocupa, que depende de su alma. Obviamente se enfrenta a la justicia popular que condenó a Sócrates, que reparte lo mismo para todos, pues todos pueden participar en la ciudad (isonomía) en tanto que todos tienen derecho a hablar (isegoría), ya que los dioses repartieron por igual el sentido de la justicia.

Añadimos aquí brevemente que Platón entiende la justicia como un equilibrio de las partes del alma (y de las partes de la ciudad) basado en el predominio de una de ellas sobre las otras dos: la parte racional se impone sobre la irascible (pasiones) y la concupiscible (deseo, funciones vitales), sin anularlas, porque todas ellas son necesarias para la vida y la buena vida (eudemonía). Pero, además, la templanza (virtud propia del alma concupiscible, llamada también sofrosiné), homogeneiza adecuadamente la relación entre todas ellas, ponderando su influencia mutua. Esta idea de armonía o equilibrio ya fue formulada por los presocráticos, como oposición a la hybris (desmesura, orgullo).

En definitiva, la justicia política actuará en el mismo sentido que la templanza en el hombre, para que la ciudad tenga un desarrollo equilibrado, de manera que ninguno de los estamentos sociales imponga su desmesura sobre los otros dos. Aquí se explica parte de la crítica platónica a la democracia: los políticos manejan a la opinión pública excitando su concupiscencia o su ánimo irascible por encima de su capacidad racional: actúan como pasteleros en lugar de como médicos.

 

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