MATERIALES: los herederos de Descartes
La
primera idea que encontramos referente a la escuela cartesiana es que no hay
tal cosa, que, en rigor, Descartes no podía crear escuela. Sus seguidores, que
desde luego los tuvo, o bien simplemente retomaban el camino trazado por él sin
aportar nada nuevo, o bien acababan separándose paulatinamente de las
conclusiones ontológicas cartesianas, aun siguiendo pendientes de muchos de sus
principios. A los
primeros de estos seguidores se les llama pequeños cartesianos (podemos
considerarlos ortodoxos), y grandes a los segundos, aunque no
cabe englobarlos en un sistema común salvo dentro del amplio margen del
racionalismo del siglo XVII. Estos grandes son: Malebranche, Spinoza y Leibniz. Estos
tres autores se separan de Descartes, pero sin Descartes ninguno hubiese sido
lo que fue. Sus planteamientos se desarrollan a partir de conceptos elaborados
por Descartes y frente a problemas que Descartes no dejó resueltos (sobre todo
el referente a la relación entre las tres sustancias).
El dualismo cartesiano
El
sistema cartesiano es dualista, pero en su tratamiento del problema de la
relación entre las sustancias deja muchos aspectos sin resolver que el
cartesianismo deberá hacer frente. De hecho, “toda su problemática es
tributaria de la distinción entre el espíritu y la materia” (Rodis-Lewis): desde el dualismo original (Malebranche), desde una
perspectiva monista (Spinoza) y desde una perspectiva pluralista (Leibniz).
Todos estos sistemas se construyen a partir de la correlación entre las ideas y
las cosas, con Dios como clave de bóveda para explicar de forma inteligible la
interacción entre espíritu y materia, dos sustancias que son de diferente
naturaleza y, por tanto, separadas.
La cuestión de la duda metódica
Uno de
los asuntos que incumben a los autores cartesianos es la cuestión de la duda,
con mayor precisión, la pérdida de fuerza de la duda como método. Los
cartesianos siguen a Descartes en tanto que aceptan una serie de principios
esenciales para una ontología racionalista, pero se separan de él en algunos
aspectos del desarrollo de esa ontología. Uno de esos aspectos es la duda. La
duda metódica fue una parte esencial de la crítica de Descartes a la filosofía
aceptada, y sin ella no puede entenderse cabalmente la fuerza con que Descartes
establece sus postulados positivos: si la duda es tan radical que me conduce a
examinar rigurosamente las condiciones de la verdad hasta los límites de la
racionalidad misma (argumento del genio maligno), entonces todo aquello que
encuentre capaz de superar las condiciones de la duda gozará de una certeza
capaz de resistir los ataques de los especuladores, y podrá fundarse así la
ciencia sobre algo seguro.
Sus
seguidores, al recibir como adquiridas las conclusiones del sistema cartesiano,
pierden precisamente la fuerza de la duda metódica. Sólo Descartes comprometió
la necesidad interna de certeza. Los postcartesianos partieron directamente de
la plataforma construida por Descartes, principalmente los tres grandes.
Ninguno de ellos revisa las verdades heredadas, como sí hizo Descartes. En este
sentido, al debilitar el alcance de la duda y del cogito, estas formulaciones
se separarán de Descartes. Carentes del revulsivo de la duda, dan al método
matemático su mayor empuje. Ninguno de ellos conserva el momento de la duda,
sino que parecen instalarse directamente en el terreno de la verdad. Pero no
solamente eluden ese momento, sino que realizan una crítica explícita contra el
mismo.
Para
Malebranche, el punto de partida no es la duda metódica, pero tampoco se
apoyará en un estricto formalismo lógico, sino que reclama el derecho a la
digresión. No obstante, la deducción matemática es para él el prototipo del
pensamiento claro y seguro. Tal seguridad puede manifestarse en las ciencias
exactas, pero no en lo relativo al hombre: no tenemos una idea clara del alma,
sino tan sólo un sentimiento confuso de sus modificaciones.
Para
Spinoza, la convicción de andar por el camino de la verdad no es la duda
metódica, sino la geometría, el análisis euclidiano de la metafísica expuesta
en forma de encadenamientos de definiciones y axiomas. Mientras que Descartes
ha partido de la afirmación del cogito, Spinoza lo hace directamente de
la certeza de la existencia de Dios (o Naturaleza), pero este comienzo absoluto
supone, sin embargo, que ya se admite la validez del método geométrico sin
discusión previa.
Leibniz
también sobrepasará los planteamientos cartesianos sobre la duda, apoyándose en
la matemática, el cálculo universal. Para él, le método formal lógico siempre será más satisfactorio que el
método de la duda. Leibniz parte de verdades indemostrables establecidas como
premisas y fundamento de toda demostración ulterior. A su manera, reconduce y
manipula el concepto cartesiano de la duda, originalmente terapéutico, para
convertirlo en una relación de grados de asentimiento y disentimiento, con un
sentido más retórico que metodológico.
Cartesianos ortodoxos
- Robert Desgabets (1610-1678), teólogo cartesiano interesado en estudios médicos (pionero en temas como la transfusión de sangre). Cercano al empirismo. Divulgó el cartesianismo en París y Toulouse. Autor poco estudiado, sus obras no fueron impresas hasta 1983.
- Reticus (Regis, pseudónimo de Sylvain Leroy) (1632-1707). Era teólogo, médico y profesaba la filosofía cartesiana a raíz de sus inclinaciones hacia la fisiología mecanicista. Iniciado en el cartesianismo por Rohault. Fue uno de los defensores de Descartes en Utrecht, en cuya universidad enseñaba. Por lo demás, la relación entre ambos no fue afortunada: mientras que Descartes lo consideraba como su mejor alumno, el médico malinterpretaba sus ideas (hombre como ser por accidente), y acabaron rompiendo y Regis inclinándose hacia el empirismo.
- Jacques Rohault (1617-1672). Se le considera el mejor
especialista en física cartesiana. Pronunciaba conferencias, y en 1671 publicó
un tratado de física que tuvo gran resonancia. Murió en 1675 sin resolver los
problemas que la física cartesiana planteaba frente a los desarrollos
newtonianos sobre la gravedad, que Descartes rechazaba como una noción oscura.
Rohaul
Ocasionalistas
Hay una
serie de autores menores que avanzaron la idea del ocasionalismo,
desarrollada en profundidad por Malebranche, autor de su formulación más
precisa y elaborada. Se
trata de autores como:
- Gerauld de Cordemoy (1626-1684). Seguidor de Descartes,
pero dentro de una línea que acepta el atomismo, la indivisibilidad de ciertas
partículas simples y extensas. Cercano a gassendistas y libertinos. Se interesó
también en el tema del animal-máquina y su diferencia con el hombre (lenguaje).
Su logro más importante fue, sin duda, la formulación más temprana del
ocasionalismo (Rodis-Lewis, op. cit., pág. 65).
Cordemoy
- Johannes Clauberg (1622-1665). Teólogo calvinista,
comentarista de Descartes en Alemania. En sus escritos se vislumbra la idea
central del ocasionalismo.
Clauberg
- Arnold Geulincx (1624-1669). Desarrolla el ocasionalismo en los Países Bajos, concretamente en Lovaina.
Arnold Geulincx |
- Louis de La Forgue (1632-1666). Amigo y discípulo de
Descartes, es uno de los primeros ocasionalistas franceses, introductor del
término causa ocasional.
Un libro de La Forgue
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FUENTE:
G. Rodis-Lewis, Descartes y el racionalismo. Barcelona, Oikos-Tau, 1971.
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