LA MEMORIA DE LA VÍCTIMAS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA (2013)



GUIÓN DE MI INTERVENCIÓN EN EL CONGRESO

Acceso a la información completa sobre este congreso, en este enlace.
Texto de mi comunicación, en este enlace, o en este otro.




PRESENTACIÓN

  • Mi comunicación se titula La memoria de las víctimas. Dificultades en la historia testimonial de las víctimas de la Revolución francesa, y como no disponemos de mucho tiempo me limitaré resumir los elementos más importantes de su contenido.
  • El punto de partida de mi reflexión es una obviedad: quien carece de competencia suficiente en lectura y escritura difícilmente va a desarrollar la necesidad de intentar dejar un testimonio narrativo de su existencia y sus vicisitudes.
  • Esto tiene una relación directa con mi comunicación, dado que trata del tema de la construcción histórica de la figura de las víctimas de la violencia política en la Revolución francesa, revisa las formas de historiar sobre este período, e intenta establecer cuál es la más adecuada para preservar la memoria de sus víctimas (y las de otros escenarios de violencia política).
  • Se trata de estudiar las formas de hacer hablar a los fantasmas y en qué medida es posible hacerlo sin intermediarios.
  • Sin embargo, después de conocer los resultados de la última prueba de PISA sobre competencias básicas en adultos (matemática y comprensión lectora), hechos públicos cuando ya tenía cerrada mi comunicación, no puedo evitar hacer alguna referencia al presente, porque tengo la impresión de que las cosas no han cambiado mucho durante estos dos últimos siglos, en lo que respecta a la educación de las clases populares (enlace referente a esta noticia).
  •  No sabría decir si es por culpa del sistema educativo, de sus gestores políticos o de las clases populares, que no han sabido aprovechar las ventajas de la educación pública, universal y gratuita, y se han plegado a las ofertas del sistema económico; o quizás se deba a todos estos elementos en conjunto que los actuales niveles de competencia lectura y escrita sean tan bajos, y las posibilidades de las clases populares de dejar testimonio directo de sus vicisitudes sean prácticamente las mismas que hace dos siglos.
  • Dada la amplitud del fenómeno analizado por PISA, creo que los historiadores deberían tomar nota de esta situación, porque las generaciones próximas no van a poder guardar testimonio directo de los acontecimientos, a pesar de haber accedido a la escolaridad universal. No van a dejar constancia escrita de su propia historia, salvo algunos hashtags en las redes sociales, como un ejercicio de subjetividad sin reflexión.
  • En consecuencia, la historia que se escriba en el futuro, la historia de nuestro presente, estará basada en una abundante documentación, dado que vivimos en la época que más información genera y con mayor accesibilidad que nunca, pero será una documentación impersonal.
  • Esos sujetos que no pueden expresarse por carecer de la competencia suficiente para leer y escribir, y tomar conciencia de sí, se convierten en sujetos mudos de la historia, es decir, en objetos: su historia la escribirán otros, otros la interpretarán, otros darán cuenta de su vida, y otros se convertirán en su conciencia. Como hace dos siglos, la historia de los pobres la escriben otros.
  • Precisamente de esto trata mi comunicación: de la literatura testimonial en una época en que, como ahora, sólo una pequeña proporción de la sociedad podía acceder a la educación y a la adquisición de las competencias suficientes para desarrollar la necesidad de manifestar sus impresiones sobre los acontecimientos que vivieron, mediante la escritura.
  • La ventaja de la literatura testimonial radica en que permite evitar intermediarios que interpreten la condición de las víctimas. Por eso es importante la tarea de recuperación de la memoria directa de las víctimas.
  • ¿Cuáles son los obstáculos para llevar a cabo una historia de las víctimas de la revolución francesa?

HISTORIOGRAFÍAS
  • Hay una abundante documentación testimonial relativa a la Revolución francesa: autobiografías, diarios personales, correspondencia, memorias, etc.
  • Pero apenas hay testimonios directos pertenecientes a los estratos más bajos de la sociedad (que serían el incipiente proletariado urbano parisino, el campesinado, artesanos, etc.), obviamente por carecer de la educación que posibilita el proceso de escritura.
  • Los autores de la literatura testimonial conservada pertenecen a estratos sociales medios y altos. En consecuencia, su interpretación de los acontecimientos está condicionada por su pertenencia social.
  • Y ocurre que la historiografía inmediatamente posterior a la Revolución francesa asume el carácter testimonial, autobiográfico y narrativo de sus fuentes directas.
  • A la vez, recoge una visión parcial de aquellos acontecimientos, ya que no cuenta con los testimonios de todas las partes implicadas.
  • Después, y a lo largo del siglo XIX, la historiografía de la Revolución francesa adquiere un tono más interpretativo, bajo la influencia del positivismo y el marxismo (Alphonse Aulard, Jean Jaurès, Mathiez): se fundamenta en datos objetivos, relaciones económicas, registros oficiales, investigación de hemeroteca, etc., es decir, prescinde de documentación personal, que considera demasiado subjetiva. La cientificidad exige una interpretación en tercera persona.
  • Hay que decir que esta línea interpretativa tiene un desarrollo muy temprano, próximo al republicanismo jacobino. Por ejemplo, el texto de Buchez y Roux, Histoire parlamentarie de la Révolution française, publicada entre 1834-1838 (acceso al primer volumen original, digitalizado en este enlace). También hay pioneros de la historiografía científica, como Toulongeon (1801), interesado en la memoria directa de los supervivientes, a quienes llego a realizar entrevistas para documentarse.
  • Pero esta historiografía interpretativa no da cuenta suficientemente de las víctimas de la Revolución, al margen de los cómputos y listas de guillotinados que pueden encontrarse en los diferentes manuales al uso. Tiene la ventaja de atender todos los frentes y darles una interpretación explicativa que pretende ser objetiva y científica, pero al precio de desatender las aspectos más subjetivos y personales.
  • Para un recuento de las víctimas del Terror, ver Soboul, La Révolution française. París, Gallimard, 1996, cap. 4.2, págs. 361-362. Hay mucha documentación en Internet, pero primordialmente vinculada a visiones nostálgicas de l’Ancien Régime. Hay una página donde se relacionan alfabéticamente todos los guillotinados durante la Revolución, con referencias a su oficio y causas de su ejecución (en este enlace).
  • Pero una historia específica de las víctimas de la Revolución debería contar con testimonios personales, porque las víctimas no son números en una tabla de relaciones estadísticas. Tal sería la función de una historia testimonial, y es por eso que los géneros narrativo y biográfico son tan afines al este tipo de investigación sobre las víctimas de la violencia política.

El SESGO IDEOLÓGICO
  • Pero aquí nos encontramos con aquella obviedad del principio: no hay testimonios personales de las víctimas populares de la Revolución francesa.
  • De modo que la base documental de esa historia testimonial de las víctimas va a estar escorada hacia un determinado plano ideológico, compuesto de los puntos de vista aristocrático y burgués.
  • Esa ausencia va a tener que complementarse forzosamente con las interpretaciones de terceros, más abundantes, pero también marcados por el sesgo ideológico, aunque se inspiren en los testimonios directos de otros.
  • Sesgo ideológico que puede apreciarse muy claramente en las diferentes versiones de episodios de violencia popular como el asalto a la Bastilla o el Asalto a Versailles en las jornadas del 5 al 6 de octubre de 1789, según sean firmadas por:
Edmund Burke
o     Burke se apropia del testimonio de una amigo, una aristócrata que ve con horror el desplome de un sistema de privilegios, y presenta los hechos empañados de un dramatismo romántico que elude las circunstancias que condujeron a la violencia desatada durante esos dos días.







o   Paine (imagen de la derecha) puede hablar en primera persona, dado que durante esta época se mueve entre París y Londres. Además, es amigo de La Fayette y otros revolucionarios moderados, por lo que cuenta con testimonios de primera fila, lo que no quiere decir que sean testimonios objetivos. Pero eso le permite presentar el mismo acontecimiento desde otra perspectiva, y aportar elementos circunstanciales que Burke elude por que no los conoce o porque prefiere no usarlos. En general, presenta las jornadas del 5 al 6 de octubre como una movilización popular provocada por la arrogancia de la aristocracia y la actitud dubitativa del rey, así como por la carestía de alimentos en París.
Zweig
o  En cambio, un autor como Stefan Zweig, a partir de documentación personal, como la correspondencia de María Antonieta, permite acceder a detalles que han escapado a la atención de anteriores intérpretes, y aporta una diferente sensibilidad hacia las víctimas de todos los bandos: introduce el factor de la instrumentalización de las víctimas desde el poder establecido, es decir, que las víctimas son el precio a pagar por unos objetivos concretos. Y eso vale tanto para las víctimas populares como de la burguesía o de la aristocracia.
  • La literatura testimonial tiene, pues, estos condicionantes (que yo no llamaría inconvenientes): la tendencia a la subjetividad, la facilidad con que se escora hacia determinadas posiciones, y la necesidad de combinar sus aportaciones con una interpretación distanciada e impersonal, pero bajo una sensibilidad capaz de tener en cuenta todos los pliegues de la subjetividad, que es lo que aporta Zweig.
  • En conclusión, a efectos de una historia de las víctimas de la Revolución francesa, debemos sortear las dificultades de la ausencia de testimonios populares con elementos interpretativos que no se pierdan en lo social, lo político y lo económico, y que a partir de los testimonios disponibles posibiliten hallar lo común a todas las víctimas de la violencia política, es decir, su condición de instrumentos de la violencia planificada por los grupos en pugna por el poder (legítimamente o no), por conseguirlo o por conservarlo.
  • Textos de historiadores académicos, como Soboul y Godechot, tienen en cuenta los factores sociales y económicos como desencadenantes de las acciones humanas. Son imprescindibles. Pero una historia de las víctimas necesita una perspectiva más humanitaria, y el modelo narrativo es más afín a esta perspectiva.
  • Sin duda es Carlyle, autor de la monumental Historia de la Revolución francesa, publicada en 1837, el primer y mayor representante de esta forma de historiar, casi novelesca, donde las personas y las víctimas de todos los bandos tienen voz sin desdeñarse los aspectos económicos y sociales. No hay que olvidar que las fuentes de Carlyle son textos testimoniales coetáneos a la Revolución, es decir, la literatura testimonial de primera mano de que hablaba al principio (aunque también tiene en cuenta el texto de Buchez & Roux, por ejemplo).
  • Pero Carlyle consigue salvar el sesgo económico-social de esta literatura testimonial, hay en él sensibilidad hacia las clases populares, y esa sensibilidad se aprecia desde el principio de su obra.
  • Zweig es un ejemplo más moderno de cómo, desde una metodología interpretativa se puede hacer justicia a todas las víctimas de la violencia política recurriendo al estilo narrativo. Zweig lleva a cabo un relato en tercera persona, es decir, retoma el estilo de Carlyle. Su escritura pone al lector en la piel de los protagonistas.

LA CUESTIÓN DEL GÉNERO
  • Los testimonios femeninos de la Revolución son relativamente abundantes, pero también sesgados por la pertenencia de sus autoras a estratos superiores o medios de la sociedad.
  • En ellos encontramos los primeros planteamientos de un feminismo político que reclama equidad en el plano de los derechos civiles, como es el caso de Olympe de Gouges, autora de una Declaración de los derechos de las mujeres y las ciudadanas, que es alternativa a la proclamada por la Asamblea Nacional en 1789, e incluye a ambos sexos en sus formulaciones.
  • Las mujeres de origen sans-culotte no dejan testimonios escritos, y cuando lo hacen, como es el caso de Théroigne de Méricourt, porque han adquirido la competencia suficiente, ya han adquirido también una perspectiva moderada.
  • La relación de mujeres implicadas en la literatura testimonial de esta época puede ser larga: Mme Roland, Olympe de Gouges, Théroigne de Méricourt (las tres víctimas del radicalismo revolucionario, bajo la forma de violencia física). Todas ellas fueron autoras de memorias, discursos, diarios personales o correspondencia, es decir, documentación de carácter testimonial que interesa a esta investigación.
  • Germaine de Staël también intervino en la discusión de los derechos de las mujeres, por ejemplo en defensa del divorcio, aunque desde un punto de vista más abstracto que político. Pero recibió las mismas críticas de orden sexual que las otras: a todas se les reprochó querer ocupar el lugar de los hombres en la sociedad y traicionar su condición de mujeres y su destino en la maternidad. Germaine de Stäel, debido a su origen social más elevado, sólo fue víctima del radicalismo reaccionario-romántico, bajo la forma de crítica literaria y una orden de destierro.
  • Algunos ejemplos más: Charlotte Robespierre, autora de una Memorias; Grace Elliot, autora de un diario personal muy interesante, aunque muy escorado hacia la contrarrevolución; Hortense de Beauhernais (hija de Josefina Bonaparte); Mme Campan, autora de unas Mémoires sur la vie privée de Marie-Antoinette (1809); Mme Hausset, autora de un Journal, etc.
  • En realidad, basta con barrer la primera capa de polvo de la historiografía masculina para comenzar a recuperar literatura testimonial femenina de esta época, pero siempre será dentro de un rango ideológico determinado por la pertenencia a los estratos sociales que permiten la adquisición de niveles culturales adecuados para desarrollar una autoconciencia y la necesidad de darle forma escrita.
  • Sin embargo, es importante contar con estos testimonios femeninos, porque superan dos grandes obstáculos:
o      El obstáculo de la tercera persona, dado que son testimonios directos.
o      El obstáculo del género, dado que la historiografía interpretativa hasta mediados del siglo XX ha sido firmada por autores de género masculino.
  • Si tenemos en cuenta que en la Revolución francesa las mujeres ya comienzan a jugar un cierto papel político, aunque sea en la trastienda, no podemos obviar que en realidad todos los análisis del proceso hasta mediados del siglo XX han sido masculinos, y hasta cierto punto han desplazado a las mujeres de la zona principal de los acontecimientos hasta la trastienda, de donde deberían salir.









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