CÓMO ACABAR CON LA CULTURA (12)
Vsevolod E. Meyerhold (1874-1940) era el más pequeño de los ocho
hijos de una familia ruso-germana, con recursos suficientes para
enviarlo a la universidad para que estudiase derecho, aunque acabó en el
mundo del teatro y la música. A partir de 1986, el joven Meyerhold
es actor de teatro, y desde 1902 compagina esta actividad con
la dirección escénica. En este terreno desarrolló numerosos
proyectos experimentales, en la línea del simbolismo europeo. Y a
partir de 1917, con la Revolución bolchevique, que recibe con
entusiasmo, se produce un giro radical en su carrera y se suma a la
corriente en pro de un teatro popular, soviético (que se traduce en
la nacionalización de numerosos teatros privados por todo el país).
En 1923 funda su propio teatro, bajo concesión gubernamental,
conocido como Teatro Meyerhold hasta 1938, año en que fue
clausurado. En este período pudo seguir experimentando más allá de
los límites del academicismo y del realismo socialista, jugando con
nuevos métodos escénicos como el constructivismo y la escenografía
circense, así como la biomecánica. Además, puso en escena tanto a autores soviéticos como
europeos (Mayakovsky, o el belga Crommelynck). También trabajó con
directores como Stanislavsky. Pero no siempre pudo moverse con plena
libertad, sobre todo a partir del momento en que Stalin comienza a
afianzarse en el poder, a finales de los años veinte. En 1926 tiene
previsto representar El inspector
de Gogol, en un formato acorde con los tiempos, que se estrena en
diciembre de ese año, precisamente coincidiendo con la visita de
Benjamin a Moscú. Benjamin asistió a la representación el 19 de
diciembre, y dejó constancia de ello en su diario:
Aquí
se le ha dado gran importancia como adaptación de una obra clásica
al teatro revolucionario, pero el intento se considera, al mismo
tiempo, frustrado. El Partido ha dado así consignas contra el
montaje, y el comentario moderado del crítico teatral ha sido
rechazado por la redacción de Pravda.
Los aplausos que se escucharon en el teatro fueron escasos, pero es
muy posible que esto se deba en mayor medida a la consigna oficial
que a la impresión causada inicialmente en el púbico. Pues a
representación fue, sin duda, un deleite para la vista. Pero algo
así se halla relacionado, posiblemente, con la cautela general aquí
reinante a la hora de manifestar la opinión en público.1
La oposición del Partido iba a
intensificarse progresivamente. Meyerhold repudiaba las consignas
estéticas, aún no oficializadas pero sí tácitamente aceptadas por
quienes quisieran ganarse un puesto importante en las letras
soviéticas. Pero Meyerhold no aceptaba semejante imposición sobre
la libertad creativa del artista. Pudo sortear los crecientes
obstáculos durante los siguientes diez años, hasta que en enero de
1938 llegó la orden de clausura de su teatro. Entonces se refugió
en el círculo de Stanislavsky, hasta la muerte de este, en agosto de
ese mismo año.
Foto policial de Meyerhold, en 1939 |
Sin mayor protección, los acontecimientos se
precipitan: el 20 de junio de 1939 es detenido en Leningrado; su
mujer, la actriz Zinaida Reich, es asesinada en Moscú el 15 de
julio; él es sometido a tortura y forzado a confesar que trabaja
para la inteligencia japonesa y la británica, por lo que es
condenado a muerte y fusilado el 2 de febrero de 1940.
Hasta aquí el desventurado
desenlace de la vida de un artista ruso, víctima de una orden en una
lista redactada por alguien empeñado en hacer limpieza. Benjamin no
podía conocer ese final, que él mismo también iba a padecer, pero
sí advirtió que se estaban dando las circunstancias propicias para
desencadenarlo. Ya en el caso de Lélevich asiste como testigo
impotente a un proceso semejante. Sólo puede dejar constancia de
ello en su diario.
1 Diario
de Moscú, 19 de diciembre de
1926, pág. 43 de la edición de Aguilar, Buenos Aires, 1990.
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