ARISTÓTELES Y LA MONARQUÍA

Aquí hay que considerar dos escritos de Aristóteles donde explica sus ideas sobre la monarquía: en la Ética a Nicómaco y en la Política.

En la Ética (VIII, 10-11), define la monarquía como aquel régimen en que "el rey mira mucho por el bien y provecho de sus súbditos", ignorando sus propios intereses. Es la mejor forma de gobierno para Aristóteles, quien la compara con la relación paternal, en el sentido en que el padre tiene un especial cuidado con los hijos, y goza de una especial dignidad sobre todos ellos. También compara al monarca con el pastor, en tanto que el rey tiene cuidado de sus vasallos "como tiene un pastor de su ganado."

El vicio y la perdición de la monarquía es la tiranía. Es una forma de monarquía, pero en ella, el rey es tirano, es decir, "no mira más que sus propios intereses y provechos". Necesita conservar su estado mediante el uso de su propio poder y fuerza, sin ocuparse de sus súbditos.

En el equivalente paternal, la desviación se da cuando el padre usa a los hijos como esclavos, en su propio provecho. Los súbditos se convierten en instrumentos del señor, en esclavos, y entre estos y el tirano no hay comunicación ni amistad, ni justicia alguna. Para el tirano, los ciudadanos son cosas, y por ello no precisan justicia. "El siervo es un instrumento animado, y el instrumento un siervo sin alma", dice Aristóteles.

En la Política, Aristóteles define la monarquía como el gobierno unipersonal en vistas al provecho común (Pol., III, 7).

La autoridad del monarca puede compararse con la autoridad que el padre ejerce sobre los hijos, que tiene el carácter de regia, por el mando que se ejerce por afecto y por mayor edad, que es precisamente lo específico del poder monárquico (Pol., I, 12, 3, 1259b). El gobierno doméstico es también una especie de monarquía, ya que toda casa es gobernada por uno solo, dice Aristóteles (Pol. I.7, 1, 1255b). En esto se parecen la monarquía y el gobierno del amo de la casa, y ya anteriormente se han establecido las pertinentes correspondencias (véase la tipología de la Ética a Nicómaco).

Cualidades del monarca

Son presentadas como cualidades hipotéticas, contingentes, pues si se dan hacen de la monarquía la mejor de las formas de gobierno. Aunque habla en términos ideales, Aristóteles es consciente de que es difícil hallar una representación de tales ideales en el mundo de los hechos, en el estado de cosas de una ciudad. Así, considera que tales cualidades ideales son o deberían ser:

  • Independencia para gobernar.
  • Predominio económico, para poder pensar en los demás más que en sí mismo.
  • Sabiduría y valía personal indiscutibles.
  • Autosuficiencia absoluta.

Posibilidades de corrupción de la monarquía.

El monarca, como humano, no estará libre de todo factor personal, y el hecho de ser uno solo aumenta el riesgo de desviación y corrupción del régimen en su propia persona.

“Una gran cantidad es más incorruptible; por ejemplo, una gran cantidad de agua se corrompe menos fácilmente que una pequeña, y así, la masa de ciudadanos es más difícil de corromper que unos pocos. Y cuando el individuo está dominado por la ira o por cualquier otra pasión, su juicio se corromperá necesariamente, mientras que, en el otro caso, se admite trabajosamente que todos se irriten y comentan un yerro a la vez” (Pol., III, 15).

La monarquía hereditaria presenta, además, el inconveniente de que el hijo de un buen rey puede ser inferior a su padre (Pol., III, 15).

El régimen desviado o corrupto de la monarquía es la tiranía.






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