CÓMO ACABAR CON LA CULTURA (4)
La
historia de Boris Pasternak (1890-1960) es quizás el mejor ejemplo de
cómo desde el poder político y cultural puede agudizarse la
marginación de un artista, a pesar de habérsele concedido el Premio
Nobel de literatura. Pasternak fue obligado a rechazar tan
alta distinción, bajo amenaza de no poder volver a entrar en la
URSS, por haber escrito una obra maestra que no encajaba en los
cánones estéticos del realismo socialista. No obstante, puede
decirse que disfrutó de la mayor gloria para un autor, que consiste
en que sus obras prohibidas sean difundidas clandestinamente y
ávidamente leídas a escondidas de la policía política.
Pasternak en el Primer Congreso de Escritores Soviéticos, en 1934 |
La
biografía de Pasternak nos remite nuevamente a la comunidad judía,
aunque de familia asimilada. Era hijo de un reconocido pintor
y una pianista; el padre había retratado nada menos que a Tolstoy,
Rilke y al mismísimo Lenin. El joven Boris se había iniciado en la
composición musical pero acabó estudiando filosofía en Alemania, y
pronto se decantó por la poesía. Ya en 1913 había publicado un
poemario. Pero la guerra y la revolución alteraron esa incipiente
carrera para llevarle a trabajar en una fábrica de los Urales, dado
que su salud no le permitía ir al frente. No obstante, entre 1917 y
1922 publicó sendos poemarios que le hicieron ganar cierto
reconocimiento entre los críticos. Al contrario que el resto de su
familia, no abandonó la Rusia sumida en el caos revolucionario y en
la subsiguiente guerra entre blancos y rojos, porque en esos momentos
iniciales sintió el mismo optimismo que arrastró a tantos otros
intelectuales progresistas por la vía de la revolución bolchevique.
Aunque admiraba a Lenin, con el tiempo llegó a desconfiar
profundamente del nuevo régimen.
¿Qué
hace un escritor de origen judío, de educación burguesa y refinada
sensibilidad artística en medio de la barbarie revolucionaria? ¿Es
la poesía el medio de expresión más afín a las necesidades
culturales de los bolcheviques? Ya hemos visto que no, ahí tenemos
los ejemplos de Lélevich y Blok. De nuevo el simbolismo europeo y la
avant-garde, que no encajan bien en la linea oficial de la
estética bolchevique. Pero Pasternak es un intelectual muy activo y
abarca numerosos campos: es un traductor empedernido. Durante toda su
vida, incluso cuando ya ha sido desbancado del todo, alejado del
mundillo, sigue traduciendo. Goethe, Shakespeare, poetas georgianos,
un poeta coreano, Calderón de la Barca, etc. Alguien así tiene un
enorme valor para su sociedad: está empeñado en hacer llegar a los
que hablan su lengua la visión de otros pueblos y de otros tiempos,
con los que poder compartir ideas y expectativas.
A
finales de los años 20, en la época en que Benjamin visitaba Moscú,
el Pasternak poeta aún está en la cumbre de su prestigio, inmerso
en la corriente del optimismo revolucionario. Pero poco después se
desengañará, cuando el realismo socialista se imponga sobre la
libre creación. En 1934 se enfrentará a la realidad: su amigo el
poeta Osip Mandelstan ha escrito unos versos satíricos contra
Stalin, el famoso Epígrama, donde se manifiesta el clima de
terror que se ha instaurado en la URSS. El poema es leído en
reuniones privadas, pero ya no hay nada privado en la URSS, la
policía política está en todas partes. Pasternak y Anna Akhmatova
advierten a Mandelstan del peligro que supone hacer circular su
poema, y poco después Mandelstan es detenido y sólo la intervención
de Bujarin evita su fusilamiento inmediato, pero no resistirá la
Gran Purga de 1938, de la que el mismo Bujarin será víctima, y
morirá en un campo de concentración de Vladivostok.
Pasternak y Akhmatova |
Durante
estos años de terror, Pasternak temió por su vida, pero en realidad
gozó de cierta fortuna, a pesar de no ceder ante las presiones
políticas. Por ejemplo, se negó a firmar un manifiesto de la Unión
de Escritores Soviéticos en favor del fusilamiento de disidentes. A
pesar de lo cual nunca fue arrestado, mientras a su alrededor caían
unos y otros. Se dice que Stalin no quiso ensañarse con él porque
había traducido al ruso poetas georgianos, compatriotas del
dictador, y hay indicios de que éste llegó a tachar el el nombre de
Pasternak de una lista de fusilamientos previstos por los servicios
secretos. Es más, entre 1933 y 1943 pudo seguir publicando gracias a
un cierto relajamiento de la censura, siempre moviéndose en el filo
del realismo socialista.
Paradójicamente,
Pasternak comenzó a tener problemas con el poder a partir de la
muerte de Stalin. En 1956 envió a la revista Novy
Mir
el manuscrito de Doctor
Zhivago,
que fue rechazado por no dar cuenta adecuadamente de los logros de la
Revolución de Octubre.
Edición italiana |
Pasternak
murió en su dacha
cercana a Moscú en 1960. Fue rehabilitado durante la perestroika,
en los años 80, bajo el gobierno de Gorbachev. En 1988, la revista
Novy
Mir
publicó la novela que había rechazado treinta años antes.
La edición clandestina |
Novy Mir, edición de 1999 |
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