ANTES DE LA REVOLUCIÓN
MOTINES POPULARES: RÉVEILLON
En abril de 1789 se producen las elecciones para los Estados
Generales. Desde este momento, fábricas de los alrededores de París son
saqueadas por el pueblo; altercados en mercados, y asaltos a los transportes de
grano. Ataques también a las oficinas de recaudación de impuestos. El interés
de la burguesía por obtener el poder político se ve favorecido por el
empobrecimiento creciente de las clases inferiores: malas cosechas, carestía,
inflación, son elementos que propiciaron el estallido de las revueltas
populares. Si añadimos que una parte de la nobleza apoyaba ideológicamente la
reforma política, se dieron entonces los elementos suficientes para la caída
del Antiguo Régimen.
El 27 de abril se produce la revuelta contra Réveillon y Hanriot. Se
trata de un motín emocional, en
palabras de Soboul. Réveillon era propietario de una
fábrica de papeles pintados, en la rue
Saint-Antoine, famosa porque desde ella había ascendido en
octubre-noviembre de 1783 un globo de los hermanos Montgolfier. Hanriot poseía una factoría de salitre, que
también fue asaltada. En los
días previos a la celebración de los Estados Generales, cuando en París todavía
se estaban celebrando las elecciones en los distritos, Réveillon pertenecía a
uno de los comités electorales. El 27 de abril no acude a su puesto oficial. En
su fábrica ha estallado un conflicto. “¿Es cierto que el señor Réveillon,
obrero en otro tiempo, ha dicho que un obrero podía vivir desahogadamente con
15 sous al día?” (Carlyle). Téngase en cuenta que el salario medio de un obrero no
cualificado estaba situado en los 20 sous
al día en una coyuntura de desempleo e inflación crecientes. Este comentario, cierto o no, levanta a las masas, “irritados individuos
que se convierten en irritadas muchedumbres […] rodean la fábrica de papel,
demostrando con ruidoso lenguaje, poco gramatical (dirigiéndose a las
pasiones), la insuficiencia de 15 sous
al día” (para la equivalencia de salarios con los precios actuales, ver el siguiente enlace). Réveillon
recurre a las autoridades, que consiguen dispersar a los manifestantes sin
llegar a hacer fuego (Carlyle, citando a Besenval, Mémoires,
que es uno de los jefes del destacamento policial).
Pero a la mañana siguiente,
el 28 de abril, se renueva la revuelta con mayor fuerza, los manifestantes son
más numerosos, venidos de otros barrios de París, y están dispuestos a dar
batalla con estacas y adoquines. Los guardias tienen dificultades para llegar
al lugar, porque se han levantado barricadas y las masas invaden las calles de
los alrededores. La fábrica es asaltada e incendiada. La guardia dispara, hay
muertos; a su vez recibe una lluvia de tejas desde ventanas y tejados
adyacentes. La lucha se prolonga durante todo el día. Al caer la noche, las
autoridades recurren a los Guardias Suizos (la guardia real) y su artillería.
Cargan sus cañones y amenazan con disparar sobre las masas si no se dispersan.
Ante tal amenaza, las amasa ceden. El balance es de unos 400 a 500 muertos.
Réveillon había corrido a refugiarse en Bastilla (Carlyle).
La aristocracia atribuye la responsabilidad de este suceso al duque de
Orleans, que recluta agentes entre las clases bajas para provocar estas
movilizaciones. Esta supuesta autoría intelectual es más que probable en
episodios como las jornadas del 5 al 6 de octubre del 89, pero en este caso
parece que todo ha sido más espontáneo. Carlyle señala varias causas de estas
revueltas: el hambre, la opresión y el deseo de venganza, que anidan en el
corazón de estos hombres andrajosos, agotados por el trabajo, sucios,
desfigurados por la miseria. Carlyle considera, además, que este episodio se
puede interpretar como un ensayo del
asalto a la Bastilla. En la misma línea, Soboul habla de rebelión o motín emocional,
fruto de tensiones económicas y sociales, pero sin un claro objetivo político,
dado que las masas populares carecían de toda propuesta política precisa, salvo
su oposición a los privilegios de la aristocracia. No
obstante, estos movimientos populares acabarán teniendo consecuencias
políticas.
Estos elementos tal vez puedan explicar también la especificidad de la
Revolución francesa, que comparte puntos de conexión con otras revueltas pero
se diferencia por su especial virulencia y radicalidad: violencia popular,
violencia política, se transforma el Estado desde nuevos supuestos. Ninguna
revolución llegó tan lejos como ésta, hasta la rusa de 1917.
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FUENTES:
Carlyle, Th., Historia de la Revolución francesa. Buenos Aires, Joaquín Gil Editor, 1946, I, libro IV, cap. 3, págs. 143-145.
Soboul, A., La Révolution française. Paris, Gallimard, 1996, págs. 77-80.
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