EDWARD GIBBON Y LOS NECKER

Suzanne Necker, pastel de Jean-Étienne Liotard (1702-1789)

Suzanne Curchod (1737-1794) conoció a Jacques Necker (1732-1804) en París, en 1764, y ese mismo año se casaron. Matrimonio brillante por los dos costados, ella fundó en 1778 el todavía activo Hôpital Necker para niños, en París, institución benéfica cuya labor investigadora condujo a la invención del estetoscopio (1816, por Laennec), y que más adelante colaboró con el Instituto Pasteur y con figuras como Broca. Actualmente lleva a cabo investigaciones en las áreas de enfermedades raras, terapia génica y transplantes. Suzanne fue también autora de diversas obras: Mémoire sur l'Etablissement des hospices (1786) y Réflexions sur le divorce (1794). Esta última, escrita en defensa de la indivisibilidad del matrimonio, fue esgrimida contra su hija, Germaine de Staël, cuando defendió el divorcio en su novela Delphine, publicada en 1802. 

Conocida imagen de Jacques Necker
Él fue un exitoso banquero, aunque sus inicios como simple contable en la sucursal de París de la banca Thellusson & Vernet dicen mucho de sus orígenes y talante. En 1762 se asoció a estos banqueros suizos, animados por sus exitosas operaciones especulativas durante la Guerra de los Siete Años (1756-1763). Su prestigio le llevó a la Corte: estuvo en varias ocasiones al frente de las finanzas del rey Luis XVI, entre 1776-1781, un segundo periodo en 1788-1789 y finalmente entre 1789 y 1790, y es conocido por haber actuado decisivamente en favor del Tercer Estado en los inicios de la Revolución. Su fortuna personal, valorada en unos seis millones de libras de la época, le permitió incluso hacer préstamos al monarca francés, que por razones obvias no pudo saldar la totalidad de su deuda. En 1814, su hija Germaine de Staél reclamó una importante cantidad al heredero del trono francés, Luis XVIII, y sólo tras muchos esfuerzos consiguió recuperar ese dinero prestado.

Edward Gibbon
¿Qué lugar ocupa Edward Gibbon, el famosos historiador inglés, en todo esto? A poco de casarse, en diciembre de 1764, Suzanne Curchod abrió un salón literario y filosófico. Ingeniosa y seductora, con la ayuda financiera de su marido consiguió atraer a algunos de los intelectuales destacados del momento, aunque la mayoría de ellos, a pesar de su  notoriedad, acudían atraídos por una mesa bien servida a cambio de la cual pagaban con elogios pomposos que permitirían allanar la andadura del banquero Necker en su carrera política: en medio de la fiebre de ideas, de ligereza y de intrigas que ya anunciaban la Revolución, le llevarían a una sorprendente fortuna política. En este salón, uno de los más reputados de finales del Antiguo Régimen, recalaron, entre otras personalidades de la cultura y la política, el naturalista e ilustrado Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon (1707-1788), por entonces ya enfermo, que acudía cada día al salón de Mme Necker; Frédéric-César de La Harpe (1754-1838), patriota suizo nacido en la región de Vaud, tutor del futuro zar de Rusia, Alejandro I, y figura prominente en la política suiza después de la invasión francesa, en 1798; Jean-François Marmontel (1723-1799), hombre del círculo de Voltaire, letrista de óperas y crítico literario. Ambos habían sido huéspedes de Voltaire en Ferney. Sainte-Beuve, en sus Portraits de femmes, menciona la presencia en el salón de Mme Necker de otros numerosos personajes de la aristocracia francesa, así como de gentes de letras de la talla del barón de Grimm (1723-1807), amigo de Rousseau y Diderot; del poeta y crítico Antoine Léonard Thomas (1732-1785); de l’abbé Raynal (1713-1796), escritor, político, historiador y colaborador de Diderot; así como Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre (1737-1814), amigo de Rousseau y autor de la famosa novela Paul et Virginie (1787). Además, frecuentaban el salón las señoreas Mme Geoffrin, Mme du Deffand, y diversos amigos suizos de Jacques Necker. Y, cómo no, el inglés Edward Gibbon (1737-1794), de paso por la capital del mundo en aquella época. Gibbon estuvo en París entre 1763 y 1764, en un viaje que le llevó hasta Roma, donde contempló los restos arqueológicos que le inspiraron su famosa Historia de la decadencia y caída del Imperio romano (1776).

Pero la relación de Gibbon con los Necker es muy anterior, se remonta a su juventud. Se sabe que la familia de la joven Suzanne había considerado casarla con él, que residía desde 1753 en Lausanne y frecuentaba las reuniones organizadas por Voltaire en sus fincas cercanas a Ginebra, en Ferney y Tournay, adquiridas por él en 1755. Gibbon pretendió entonces a la joven Suzanne, pero en 1758 tuvo que regresar a Inglaterra, reclamado por su padre, que no estaba dispuesto a permitir ese enlace. Cuando Edward y Suzanne volvieron a encontrarse, ella ya era Mme Necker, y él seguía soltero.

Carlyle, fotografía de Elliott & Fry, circa 1860s

Sobre la relación de Gibbon con los Necker, Thomas Carlyle deja un párrafo que roza el sarcasmo: “Qué singular destino el de Celadon Gibbon, amante infiel que había sido, cuyo padre, manteniéndose al parecer en sus trece, ‘no había querido oír hablar de tal unión’, ver ahora a su abandonada señorita Curchod sentada en elevado puesto del mundo, como señora del ministro y ‘Necker sin tener celos’. [...] Una nueva señorita, joven, que algún día será célebre bajo el nombre de Madame de Staël, retoza ahora sobre las rodillas del autor de Decadencia y ruina” (Carlyle, Historia de la Revolución francesa, Parte I, libro II, cap. 5, pág. 73 de la edición de Joaquín Gil, Buenos Aires, 1946; en nota a pie, Carlyle cita la referencia a una carta de Gibbon fechada en 16 de junio de 1777; ésta y el hecho de haber tenido en sus rodillas a la niña Germaine, nacida en 1766, puede hacer suponer que estuvo en relación con los Necker y su salón de París más allá de la mencionada estancia entre 1763 y 1764).






Esta entrada está basada en materiales extractados del libro de E. B. de Loménie, Germaine de Staël. Una viajera sentimental (2014, edición digitaledición en papel).


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