ANTES DE LA REVOLUCIÓN
LA CUESTIÓN IDEOLÓGICA
La Revolución francesa se desarrollará bajo el cobijo ideológico de la
Ilustración, es decir, el conjunto de ideas políticas, económicas y sociales
asumidas por la burguesía francesa, en las que halló una justificación para su
oposición al orden tradicional y el absolutismo. Los
filósofos de la Ilustración están justificando las demandas de liberalización
económica que la burguesía comercial e industrial necesita para dar salida a
sus proyectos económicos, limitados por las trabas feudales. Es más, en algún
aspecto, la aristocracia más liberal estará en sintonía con esta nueva
filosofía, participa de ella e incluso la patrocina.
En definitiva, la ideología burguesa representa otro modelo de orden
social, político y económico, alternativo al orden tradicional, que ya es
cuestionado desde los inicios de la modernidad. Diversos elementos caracterizan
este conjunto de ideas:
· Asume la idea cartesiana sobre la posibilidad de
dominar las fuerzas naturales a través del conocimiento científico.
· Desarrolla nuevas ideas y un sentido crítico frente
a las convicciones tradicionals, en oposición al ideal autoritario y ascético
que daba cobertura al poder del Estado y de la Iglesia.
· Exsalta el valor de la razón como único camino
válido para tratar las opiniones humanas y las relaciones políticas y sociales.
La razón sirve para pensar por sí mismo y poder sustraerse a los prejuicios, la
autoridad y al tradición.
Los estandartes de estas nuevas ideas son conocidos en Francia como
los philosophes: Montesquieu,
Voltaire, Rousseau, Diderot, D'Alembert, etc. Muchos de ellos se han agrupado
en torno a la producción del proyecto de la Enciclopedia.
Soboul señala una breve cronología de las aportaciones escritas de los
philosophes ilustrados al desarrollo
ideológico previo a la Revolución:
·
1748 Montesquieu,
L'esprit des lois
·
1749 Buffon, Histoire naturelle
(primer volumen)
·
1750 Turgot, Tableau philosophique
des progrès de l’esprit humain
·
1751 Primer volumen de la Encyclopédie
·
1751 Voltaire, Le siècle de Louis
XIV
·
1751 Primer tomo del
Journal économique, órgano
de los fisiócratas
·
1754 Condillac, Traité des sensations
·
1755 Rousseau, Discourse sur
l'origine de l'inégalité parmis des hommes
·
1755 Abbé Morelly, Code de la
nature
·
1756 Voltaire, Essai sur les
moeurs et l'esprit des nations
·
1758 Helvetius, De l'esprit
Es importante tener en cuenta que la influencia de los philosophes
fue grande al amparo de dirigentes políticos que, por afinidad, evitaron
aplicar sobre ellos ysus producciones literarias el peso de la lay y de la
censura. Mme de Pompadour, favorita de Luis XV desde 1745, protegió a los philosophes
, por ejemplo; varios ministros del rey simpatizaban con ellos, y eso les
permitió seguir atacando a los privilegiados y a la Iglesia sin que hubiese una
intervención gubernamental para impedirlo, al menos hasta 1763. Incluso el
encargado de la censura oficial, como directeur de la librairie entre
1750 y 1763, Malesherbes (1721-1794), permitió la publicación sin trabas de la Enciclopedia.
Esta momentánea neutralidad del Estado ante el avance de
las ideas contrarias al absolutismo permitió la amplificación del movimiento de
los philosohes. A partir de 1770, cuando sus principales voces declinan
(Volaire y Rousseau fallecen ambos en 1778), aparecen los divulgadores,
escritores menores que desarrollan el movimiento filosófico en un ambiente
político que ya no es tan condescendiente. Tras la finalización del proyecto
enciclopedista, en 1772, la producción filosófica se ralentiza. Mably, Raynal y
Condorcet toman el relevo y lideran el movimiento, en cuyo seno aparecerá la doctrina
revolucionaria.
Tal amplificación se vio favorecida, también, por el auge
de la edición de libros y publicaciones periódicas: desde unos 500 títulos
nuevos al año en el primer tercio del siglo, hasta alcanzar los 1200 hacia 1789.
La publicación de nuevos periódicos también aumentó, desde que en 1749 se
fundase el primero de ellos en Francia, en Lille. Pero
hay que contar también con que la publicación de libros de temática religiosa
siguió siendo muy importante. No todo lo que se publicaba en Francia era afín a
los philosophes, e incluso la línea ideológica de los periódicos era
mayoritariamente moderada.
Por otro lado, hay que contar con la amplificación de la
propaganda filosófica por vía oral: en cafés, salones, sociedades culturales
(de savants), asociaciones filantrópicas, academias provinciales,
centros de lectura, etc., tanto en ciudades importantes como en las de menor
población. Sin embargo, no hay que olvidar que en estos
ámbitos, la abundante presencia de la nobleza en sus filas contribuye a moderar
el alcance del mensaje ilustrado.
Otro factor que contribuye a la amplificación del
movimiento filosófico es la masonería, llegada a Francia desde Inglaterra hacia
1715. En buena medida, masones e ilustrados comparten ideales: igualdad civil,
tolerancia religiosa). Las logias masónicas operaban, sobre todo, como lugar de
reunión y encuentro entre la aristocracia liberal y reformista y la alta
burguesía. Y otro elemento a tener en cuenta es la extensión de la
enseñanza media durante el siglo XVIII, que contribuyó al aumento del público
interesado por las nuevas ideas.
Esta línea de oposición a las bases ideológicas del Antiguo Régimen
tiene, según Soboul, un desarrollo en dos fases:
· Durante la primera mitad del siglo XVIII, a través
de dos corrientes:
§ Una, de inspiración feudal, que enfrenta las
tradiciones parlamentarias medievales al absolutismo monárquico, y es secundada
por las clases privilegiadas. Montesquieu sería su principal valedor. Su propuesta de división de poderes dentro de un sistema constitucional encaja bien en las aspiraciones de la alta burguesía, porque reconoce las desigualdades sociales y el papel de las minorías propietarias para proteger el sistema político de la voluntad de los que no tienen medios. Su idea de representación restringida a la propiedad será usada en la Constitución francesa de 1791.
§ Otra, de inspiración más filosófica, que carga
contra los privilegios de la Iglesia, pero es conservadora en política.
· Durante la segunda mitad del siglo XVIII se
mantienen estas dos corrientes anteriores, pero se añaden otros movimientos de
ideas más igulitaristas y democratizadores, que esperan de una eventual reforma
del absolutismo algo más que un reparto del poder entre los privilegiados.
§ Fisiócratas: aunque aún son conservadores,
contribuyen a este movimiento renovador poniendo el acento en la cuestión
económica. Desde el punto de partida de las leyes naturales defiende el derecho
a la propiedad, y la acción de gobierno subordinada a la defensa de la
propiedad. El Estado sólo ha de tener una función defensiva (o represiva, si
cabe). Se trata, pues, de una perspectiva alineada con la burguesía propietaria
de tierras. Influencia de las ideas políticas de Locke.
§ Voltaire es el líder incontestable de los philosophes
a partir de 1750 y hasta su muerte en 1778. Es partidario de reformas pero sin
salir del marco de la monarquía absoluta, admitiendo la entrada de la alta
burguesía en los órganos de gobierno hasta entonces reservados a la nobleza.
Pero va más allá de los fisiócratas al incluir a la burguesía comercial en el
grupo de los privilegiados.
§
Rousseau es quien da el paso hacia la extensión de
las aspiraciones políticas al pueblo llano, es decir, a la pequeña burguesía y
los artesanos, cargando contra los excesos de los privilegiados. Llega incluso
a cuestionar la propiedad privada y desarrolla la teoría de la democracia
popular, es decir, el acceso del pueblo a los órganos participativos y al poder
político, considerando que el Estado debe proteges al pueblo de los abusos de
los privilegiados. Su igualitarismo le pondrá en su contra a casi todos los philosophes,
Voltaire y los enciclopedistas.
§ Abbé Raynal, que en 1770, en su obra Histoire
philosophique des établiments et du commerce des Européens dans les deus Indes,
retoma todos los temas de la crítica al absolutismo desde las posiciones de los
philosophes: odio al despotismo, crítica al poder de la Iglesia y
demanda de su sometimiento a un Estado laico, así como elogio del liberalismo
económico y político.
El fondo común de estas ideas contrarias al despotismo y el Antiguo
Régimen, aquellas capaces de generar cierta movilización en los grupos que las
comparten, pueden resumirse de esta manera:
· Confianza en la razón (racionalismo), desarrollada
a lo largo del siglo XVIII.
· Creencia en el progreso y sus beneficios.
· Reivindicación de la libertad individual y, por
extensión, económica.
· Reivindicación de la tolerancia religiosa y la
libertad de cultos (especialmente desde Voltaire).
· Valoración de la igualdad entre los hombres. Es una
idea controvertida y no siempre compartida por los ilustrados, pues hasta Rousseau
no hay una auténtica reivindicación de la igualdad civil, sino que se
contemplan las desigualdades sociales como un resultado natural de las
relaciones entre los hombres (Locke y liberales posteriores).
Este fondo común ideológico no impregna homogéneamente a todos los
grupos sociales que forman el Tercer Estado, que es económicamente muy
heterogéneo. En realidad, lo único que une al Tercer Estado es su oposición a
los privilegios de la nobleza, que dañan a unos y otros en sus específicos
intereses sociales y económicos. Esto supondrá, a la hora de la verdad, que
cada grupo del Tercer Estado asuma con mayor o menor fuerza las
reivindicaciones ideológicas antes señaladas, con especial diferencia entre las
ideas económicas (libertad) y las sociales (igualdad), según hablemos de la
alta burguesía o el pueblo llano, respectivamente.
En este contexto, hay dos grupos de problemas que generan una mayor
sensibilidad en la burguesía, en sentido amplio:
· El problema político: la crítica a la monarquía de
derecho divino, al despotismo, a los excesivos privilegios políticos y fiscales
de la nobleza, la reivindicación del acceso a los cargos públicos por el
talento y no por la pertenencia a una clase social, etc.
· El problema económico: todos los sectores de la
burguesía estaban interesados en una reforma capitalista de la estructura
económica del país, desde la alta burguesía (supresión de las limitaciones y
privilegios feudales, política fisca, reforma agraria) a la burguesía comercial
(libertad de empresa, comercial y laboral, eliminación de las aduanas
interiores y creación de un mercado nacional, uniformización de las leyes, de
los pesos y medidas, etc.
Por lo demás, en la burguesía hay una cierta consciencia de que estos
intereses particulares que reclama, políticos y económicos, son coherentes con
los principios filosóficos en los que se inspiran su ideología y, en última
instancia, sus bases culturales, su concepción del mundo. Por ello cree que
debe encabezar el proceso de transformar el Antiguo Régimen, y que esa tarea es
justa y acorde con la Razón y la idea de progreso.
Sin embargo, esta posición general de la burguesía debe matizarse, en
tanto que dentro de esta clase social no hay sentimientos homogéneos al
respecto de semejante misión que se otorga: amplios sectores aún conservan una
base de ideas tradicionales y veneran a la monarquía y a la Iglesia, de modo
que llegan a ser refractarios respecto de las ideas de reforma difundidas a lo
largo del siglo XVIII. Es más, aun en lo sectores que abergan profundos deseos
de cambio, no hay impulsos revolucionarios: más que destruir a la aristocracia,
los sectores más altos de la burguesía esperan fundirse con ella y compartir
sus privilegios. Así que la burguesía, aun en el momento de estallar la
Revolución, está lejos de desear el fin de la monarquía, y más lejos aún de
implementar una democracia de base popular. Como la nobleza, desea mantener la
jerarquía social y bdistinguirse de las clases sociales que le son inferiores.
Este afán se volverá en su contra cuando la burguesía reclame la ayuda de las
clases populares, llegado el momento de hacer frente a la aristocracia
reaccionarios, a partir de 1792.
Por lo que respecta a las clases populares y al campesinado, que son
quienes aún soportan todo el peso del feudalismo, ideológicamente van a
remolque de la burguesía, que manifiesta su capacidad de oposición a la
nobleza, el enemigo social común. En cierto sentido, las clases populares y el
campesinado carecen aún de consciencia propia, pero comparten con la burguesía
su necesidad de zafarse del feudalismo sostenido por la aristocracia. Asumen la
ideología burguesa en tanto que ésta se dirige a todos los franceses y a todos
los hombres.
FUENTES:
Soboul, A., La
Révolution française. Paris, Gallimard, 1996, págs. 52 y 90-98.
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