APOLO, EN EL ORIGEN DE LA FILOSOFÍA

Divinidad de origen no griego, procedente de Asia Menor o del norte de Eurasia; la mayoría de sus atribuciones son posteriores (de la época homérica) y se sobreponen a las originarias. Sin embargo, es el dios más helénico, el más reverenciado e influyente de los dioses griegos, personifica virtudes muy valoradas en la cultura griega, las virtudes apolíneas: serenidad, respeto a la ley y el orden, armonía divina, la pureza, etc. Sin embargo, es un dios celoso y vengativo (Eliade, Historia de las creencias... vol. 1, cap. XI). Todos los dioses le temen, excepto Zeus, su padre, y Leto, su madre.
Hijo de Leto unida a Zeus, con una hermana gemela, Artemis. Ambos acabaron con la vida de los siete hijos y las siete hijas de Níobe, orgullosa (hybris) madre de había humillado a Leto, comparando su escasa descendencia con la suya, tan abundante.
Se le da culto en los santuarios de Delfos (donde está el oráculo) y de la isla de Delos, su lugar de nacimiento. También hay templos y oráculos en Anatolia.
Es una divinidad vinculada a las fuerzas purificadoras. Al matar al dragón Pitón (ser telúrico), tuvo que expiar aquella muerte, convirtiéndose así en el dios de las purificaciones (Apolo Pítico) (Eliade, Historia de las creencias...).
Tiene otros sobrenombres:
  • Alexikakos, es decir, que alerta de la proximidad del mal, de animales salvajes.
  • Phoebos, es decir, brillo, pureza, en conexión con el culto al Sol (Helios).
  • Delphinios, es decir, relacionado con los delfines, y con el oráculo de Delfos.
  • Nomios, es decir, pastor.
  • Lyceios, es decir, lobuno, que protege de la amenaza de los lobos (vinculado al pastoreo). Estos dos últimos apelativos tienen un origen primitivo, pre-helénico.
También está relacionado con los hiperbóreos, un pueblo mítico situado más allá del bóreas (el viento del norte), es decir, más al norte de Tracia, un lugar enigmático para los griegos. Este país, en la geografía mítica griega, era equivalente a un paraíso, como las Islas de los Bienaventurados. Estando instalado en el templo de Delfos, pasaba los tres meses del invierno entre los hiperbóreos, por lo que se suspendían las funciones del oráculo, pues en su ausencia era Dionisos quien reinaba en el templo (es decir, que la relación dialéctica que Nietzsche muestra ya está en la base mitológica griega).
Muchos personajes vinculados con Apolo son hiperbóreos. Heródoto cita algunos personajes de la leyenda de los hiperbóreos:
  • Aristeas y Àbaris, hijos hiperbóreos de Apolo, sobre el último dice Heródoto "que paseó su flecha por toda la tierra sin tomar alimento alguno" (Heródoto, Historia IV 36). La flecha era de oro, propiedad de Apolo, que la había usado para matar a los cíclopes y luego depositado en el templo que tenía erigido en la ciudad de los hiperbóreos.
  • Hipéroca, Laodice, Arge y Opis, muchachas hiperbóreas portadoras de ofrendas a Apolo en Delos, que no regresaron a su país, y sobre las cuales discurren numerosas leyendas entre las gentes de la zona.
  • Leto, hiperbórea emigrada a Delos, es la madre de Apolo y Artemis, engendrados en ella por Zeus. Leto es hija del Titán Ceo y de Febe.
  • Olen, hiperbóreo que instituye el oráculo de Apolo en Delfos, siendo el primer profeta del dios.
  • Orfeo es tambien hijo de Apolo, ilustre profeta del dios pero de origen tracio y vinculado a hazañas chamánicas. Hay, pues, un vínculo directo entre Apolo y el orfismo (Eliade, Historia de las creencias...).
Apolo, por Tiepolo, 1757

Los atributos de Apolo indican su origen no griego, pero asimilados a la cultura helénica generan un simbolismo importantísimo para entender el vínculo de la mitología con el origen de la filosofía en Grecia:
  • La flecha de oro. Es un elemento chamánico característico, que ya aparece en la mitología escita y en ceremonias chamánicas siberianas. Es el arma de Apolo y su hermana Artemis (vinculada a la caza) (Eliade, Historia de las creencias...).
  • El arco. Instrumento chamánico, con un simbolismo semejante al de otras narraciones mitológicas orientales (Buda, Rama, etc.). Lanzar dardos desde lejos tiene una reelaboración en manos de los griegos que conecta con el paso del mito al logos: simboliza distancia, muerte, terror, temor, pero también “el despego de lo inmediato”, la separación de la “viscosidad de lo concreto”, el encuentro con “la calma y la serenidad que implica todo esfuerzo de concentración intelectual”, es decir, las condiciones de posibilidad del pensamiento abstracto (Eliade, Historia de las creencias...). Aquí cobra sentido el lema del templo de Apolo en Delfos, el famoso “Conócete a ti mismo”. La aspiración al conocimiento de lo oculto deja de tener una dimensión demoníaca con Apolo, “la inteligencia, el saber, el conocimiento se consideran modelos divinos establecidos por los dioses y en primer lugar por Apolo. La serenidad apolínea [la distancia que permite el arco] se convierte, para el hombre griego, en emblema de la perfección espiritual” (Eliade, Historia de las creencias...).
  • La lira. Con su música encanta a los dioses, las fieras y hasta a las piedras (Eliade, Historia de las creencias...). La música también tiene conexión con el chamanismo, en Asia Central e incluso la Polinesia. Pero es el aspecto más benigno de Apolo, proclama el goce de la comunión con el Olimpo a través de la música, la poesía y la danza.

Restos del Tholos de Delfos
Apolo es una divinidad oracular y purificadora, que actúa desde el santuario de Delfos. Esto significa que intenta anunciar a los hombres la voluntad de Zeus, reflejados en el orden y en la ley (el aspecto legal de a religión), a través del oráculo de Delfos, mediante exégetas que explican los mensajes del dios. Ante una consulta, la respuesta del oráculo es comunicada por la sacerdotisa Pitia (de Pitón), elegida entre las mujeres de Delfos, que ha de ser mayor de 50 años. Al principio, las consultas sólo pueden hacerse una vez al año, pero luego acaban realizándose con mayor frecuencia, excepto durante el invierno (dado que Apolo está ausente, ha ido al país de los hiperbóreos), y Dionisos no parece ser el más adecuado para responder. La consulta sigue un proceso concreto: previo sacrificio de una cabra, el consultante plantea una pregunta de forma alternativa (esto o lo otro, sí o no, etc.), y la Pitia responde sacando al azar habas blancas o negras. Ante preguntas más complejas, la Pitia se retira a la cripta donde sufre un delirio pítico, mediante el cual Apolo le transmite el mensaje (Eliade, Historia de las creencias...).
El Omphalos de Delfos (reconstrucción en maqueta)
Delfos, como centro oracular, tiene un origen anterior a la aparición de Apolo en la mitología griega, ya es un lugar especial en el imaginario griego. Su nombre original era Pytho, sede de la dragona Pythón, a la que Apolo da muerte. Después el lugar adquiere el nombre de Delfos. Está relacionado con delphys, matriz, útero, contenido en una cavidad misteriosa, un stomios, es decir, una vagina, y un omphalos, ombligo, en el sentido de “centro del mundo” designado por Zeus. Es decir, un lugar sagrado, de estructura telúrica, cercana a las regiones del inframundo, donde se manifiesta la potencia de la Tierra Madre (Gea). Con la llegada de Apolo, a todo esto se le da una nueva orientación religiosa, pero conservando ese fondo previo (Eliade, Historia de las creencias...).
Otras fuentes relacionan a Delfos con los delfines: parece ser que Apolo adopta la forma de delfín para dominar a un barco cretense que le deja en la costa para llegar a Delfos. En Creta se rinde culto a Apolo Delphinios por este motivo.
La parte purificadora de Apolo está relacionada con los delitos, sobre todo los homicidios, que exigen una purificación en el autor. Apolo contribuyó a regular los actos judiciales relacionados con los homicidios: las costumbres arcaicas suponían que el autor de un homicidio, aun involuntario, debía ser abatido por su propia familia para borrar el miasma (mancha) producido por el crimen, que podía afectar a la familia entera, y aplacar así el alma vengativa de la víctima. Con la intervención de Apolo, aparecía la posibilidad del perdón mediante un proceso purificativo: el dios hace al hombre consciente de su propia culpa y puede purificarlo (Eliade, Historia de las creencias...).

Los seguidores de Apolo, los extáticos, porque entran en el llamado éxtasis apolíneo, una especie de trance parecido a la muerte debido a la posesión divina, tienen poderes catárticos (purificatorios) y oraculares (conocimientos del futuro y lo oculto), don por excelencia del Apolo. Se diferencian de los seguidores de Dionisos, los bakchoi, en que estos sufren el llamado enthousiasmo dionisíaco, que no remite a poderes oraculares ni proféticos (vid. apdo.. de Dionisos). Estos poderes de los seguidores de Apolo explican la proximidad de su culto al desarrollo de las actitudes propias de la filosofía, porque “igual que ciertas tradiciones chamánicas siberianas, las visiones otorgadas por Apolo incitan a pensar e inclinan a la meditación, y en última instancia impulsan al individuo por el camino de la sabiduría” (Eliade, Historia de las creencias...). El culto a Apolo, pues, va asociado a la exaltación del espíritu frente a la materia.

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