OCÉANO COMO FUENTE DE TODAS LAS COSAS
Otro
conjunto de fragmentos hacen referencia al Océano (Okeanòn). En realidad
se trata de un río (potamos) que circunda el borde del disco en la
superficie de la tierra (recordemos que todavía es plana). Es una concepión popular, de
gran influencia en las formulaciones pre-filosóficas griegas (Kirk & Raven,
pág. 26). Hay diferentes atribuciones al Océano:
è Como
río que circunda la tierra y es fuente de todas las aguas, ciñendo la superficie
circular de la tierra [Homero, Ilíada 18, 607; 21, 194; Heródoto II 21 y
23; IV 8]. El agua fluye en ese borde exterior, aunque en algunos pasajes
homéricos adquiere la forma de un vasto mar exterior. Es fuente de todas las
aguas (saladas y dulces, superficiales y subterráneas). En principio, el océano
es de agua dulce, pero el contacto con la tierra la torna salada. Hay que añadir que esta concepción popular del río
circundante, a diferencia de la del Cielo, no responde a una experiencia. Es
cierto que el agua parece plana, en un horizonte circular, pero nada confirma
que ese horizonte esté limitado por un cinturón de agua dulce. Por ello se
sospecha que esta idea es de origen oriental, venida de culturas ribereñas,
como Egipto o Mesopotamia, y luego revestida de forma acorde con el gusto
griego. De ese contagio hay suficientes rastros, por la coincidencia entre las
versiones griegas, babilonias, egipcias e hititas de diversos mitos. Por
ejemplo, el océano griego equivaldría al uginna hitita, que significa
“círculo”. La idea de río circundante sirve para
explicar, también, que el Sol se posa por el oeste y luego navega por el río en
un cuenco de oro, hasta llegar al extremo opuesto, desde el que se levanta para
volver a surcar el cielo con su carro alado y sus caballos. Esto se corresponde
con la idea egipcia. No obstante, en la Odisea (10, 191), el sol pasa
por debajo de la tierra, y las estrellas se bañan en el océano y luego pasan también
por debajo de la tierra (Kirk & Raven).
è Como
fuente u origen de todas las cosas, incluidos los dioses. Se trata de una idea
inesperada en los textos homéricos (Ilíada 14, 200 y 244), porque no
encaja en el resto de las ideas
homéricas como para considerar que permita una interpretación cosmogónica. Se
considera que se trata de una licencia poética que alude simplemente al Océano
como fuente del agua y, dado que e agua es necesaria para la vida, ésta debe
surgir directa o indirectamente del Océano. No
obstante, Platón y Aristóteles interpretaron estos fragmentos en sentido
cosmogónico, como antecedentes de las formulaciones naturalistas, como
anticipaciones de Heráclito (flujo) o de Tales (agua), respectivamente (Platón,
Teet. 152E; Aristóteles, Met. I 3, 983b27). Kirk y Raven desdeñan
el valor de estas interpretaciones que, no obstante, sirvieron para que autores
posteriores tomaran por cosmogónicas los anteriores fragmentos homéricos, apoyándose
en la autoridad de ambos filósofos. En otros pasajes, Platón alude a la poesía
órfica como fundamento añadido de la interpretación cosmogónica del texto
homérico (en Crátilo 402b y Timeo 40de). Kirk y Raven suponen que
Platón está usando textos de su propia época, que no se corresponden con la
idea original de Océano, más arcaica si tenemos en cuenta que las versiones
órficas son posteriores a Hesíodo. Tales pasajes remiten nuevamente a la idea
de que el agua es necesaria para la vida, y tienen relación directa con el
origen oriental de la idea arcaica de Océano, que se habría incorporando a la
cultura griega mucho antes de la época homérica (Kirk & Raven).
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