ASPECTOS DE LA ILUSTRACIÓN ATENIENSE
Después de un largo
período en que el pensamiento griego, aún incipiente, mira y pregunta a la
naturaleza, se recupera el arcaico interés por lo humano, que se remonta a
Hesíodo y Solón, siglos atrás. Es una reacción contra el naturalismo,
resultado, según Guthrie, de la “quiebra manifiesta de la filosofía natural
[jonia] en el siglo V (Guthrie). Se refiere con ello al hecho de que
la especulación filosófica desarrolló tal multiplicidad de teorías
explicativas, a menudo contradictorias, que generó una corriente de
escepticismo hacia ellas, manifestado primeramente entre los sofistas, y luego
en la desconfianza socrática hacia estos asuntos.
Tal escepticismo o
desconfianza hacia la filosofía natural se debía a que o bien se tomaba en
serio a Parménides (que niega el movimiento, o se asumían las tesis pluralistas
(que explican el movimiento por una suerte de salvar los fenómenos
respetando las condiciones de permanencia absoluta del ser de Parménides).
Ninguna de las dos propuestas era totalmente satisfactoria, pues carecían de
fundamento empírico y ofrecían una imagen del mundo ajena a los problemas
apremiantes en este momento (Guthrie).
Guthrie añade que, a
partir de la II Guerra del Peloponeso Atenas había dejado de ser un lugar
adecuado para la reflexión, para la filosofía natural, y esto influyó también
en la reacción contra ella. Al ciudadano corriente le debió llegar la impresión
de que la filosofía natural había fracasado en su intento de explicar el mundo
(el cambio en virtud de cierta permanencia) y se había distanciado de otras
preocupaciones más apremiantes (Guthrie).
La importancia de otros
problemas favoreció el cambió de actitud y el desinterés por la filosofía
natural: es el llamado giro antropológico o humanista en la filosofía
clásica griega. El interés ahora es por lo político, dado que lo político se ha
convertido en el problema apremiante, que interesa a todos, ya que todos los
ciudadanos atenienses se sienten apelados a participar en los procesos
democráticos. Este proceso, que conocemos como Ilustración ateniense,
supone ciertos cambios en las diferentes perspectivas del pensamiento vigente
en ese momento, un giro que se atribuye a Sócrates y a los sofistas, pero que
se inició con antelación a la llegada de los sofistas a Atenas y sin su
presencia; de hecho, dado que ese proceso ya estaba en marcha, más bien preparó
el terreno para recibirlos y asegurar su éxito.
De hecho, los sofistas eran foráneos en Atenas, lo que indica que el espíritu ilustrado
se había extendido por toda Grecia y por ello las teorías de los sofistas
habían nacido en ciudades alejadas de Atenas, aunque sólo en Atenas pudieron
darse plenamente y los sofistas pudieron ejercer su influencia. Sin Atenas, si
se hubiesen quedado en su terruño, apenas conoceríamos sus nombres. Atenas fue el
catalizador de todo este cambio de mentalidad durante el siglo V a. C. (Romilly).
No obstante, no se trata
de un giro radical. La idea de una posible oposición entre la escuela jónica, interesada
por la naturaleza, y la sofística, interesada por el hombre (idea que viene de
Hegel), se ha demostrado falsa, pues entre ambas hay una continuidad y un
intercambio de intereses. Los jonios desarrollaron una filosofía de la razón
humana, y los sofistas se interesaron por temas físicos. Se puede decir que
hay, al menos, intercambio de influencias, y se acepta sin discusión que hay
una influencia directa de Anaxágoras, Empédocles y Demócrito sobre algunos
sofistas importantes, como Gorgias, Protágoras o Pródico (Melero).
Sócrates representa la
culminación de la crisis del naturalismo porque lleva a cabo el paso decisivo
de abandonar las preocupaciones tradicionales, el mundo de la physis,
para centrarse esencialmente en el ser humano y sus problemas, el mundo de la polis
y de la ley o nomos. De ahí que los pensadores anteriores a él se
denominen presocráticos. Los sofistas compartieron también esta misma
sensibilidad antropológica y escéptica frente al naturalismo, por lo que
también dieron los mismos pasos que Sócrates hacia el humanismo, aunque en ellos se incluía un cierto
optimismo por el progreso del conocimiento y de las artes, que redunda en una
mejora de la vida civilizada, que es un rasgo característico de todo movimiento
ilustrado (Romilly).
FUENTES
Guthrie, W. K. C., Los filósofos griegos. Madrid, FCE, 1985 (1950).
Melero, A. (ed.), Sofistas. Testimonios y fragmentos. Madrid, Gredos, 1996.
Romilly, Jacqueline de, Los grandes sofistas en la Atenas de Pericles. Barcelona, Seix Barral, 1997.
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