EL FASCISMO NO SE CURA LEYENDO



Declive de la lectura y crisis de la democracia

Quienes idealizan la cultura libresca asumen equivocadamente que hay un vínculo causal entre literatura y desarrollo democrático.


Nada es más difícil que ponerse de acuerdo sobre lo que pasa; no digamos ya sobre las razones por las cuales pasa lo que pasa. Tanto el debate público como la disputa académica, por no hablar de las conversaciones privadas, vienen a demostrarlo: cada loco tiene su tema y cuesta hacerse entender, máxime cuando la persuasión en la esfera pública suele exigir una retórica grandilocuente que presenta como verdades indiscutibles lo que apenas son opiniones volanderas o hipótesis indemostrables. Para colmo, cada receptor interpreta nuestros mensajes con arreglo a sus propios marcos cognitivos y afectivos: por emplear una metáfora que ha hecho fortuna, vemos el mundo del color de nuestras gafas. Es así un milagro que logremos convivir pacíficamente en el interior de esta jaula de grillos donde ni siquiera quien se esfuerza por deliberar con los demás –olvidémonos de quienes solo quieren defender sus intereses fingiendo que deliberan– puede esperar otra cosa que discrepancia y confusión: acertaba de lleno el anónimo creador del mito de la Torre de Babel cuando sugería que fuera del Reino de Dios estamos condenados a malentendernos.

Sin embargo, no tenemos alternativa: hay que seguir intentándolo. Y una de las preguntas que más resuena en nuestro tiempo se refiere justamente a las condiciones en las que tiene lugar esa conversación pública en la era digital. De ahí que a su vez haya causado impacto la publicación de un estudio académico dedicado a trazar la evolución de la lectura por placer en los Estados Unidos, desarrollada por investigadores del University College London y de la Universidad de Florida a partir de las respuestas ofrecidas por 236.000 norteamericanos a la American Time Use Survey entre 2003 y 2023. Hablamos de un concepto amplio de lectura: ficción y no ficción, libros o revistas, en formato impreso o digital; una lectura ociosa que se hace por placer o fines distintos al trabajo o el estudio reglado.

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