EL EFECTO BALDWIN

James C. Baldwin

También conocido como evolución baldwiniana u ontogenètica, hoy asociada a la plasticidad del fenotipo o epigenética.

Esta teoría postula que comportamientos complejos aprendidos por animales y humanos pueden ser convertidos en conductas innatas fijadas a la herencia, y de este modo en elementos relevantes en la evolución. Se trataría de una variante del lamarckismo, pero sin su simplicidad funcionalista.

Fue desarrollada a finales del siglo XIX por James Clark Baldwin, psicólogo americano, pero hasta 1987 no fue relanzado al campo de discusión científica, vinculado a los estudios psicolingüísticos de Pinker, por ejemplo. No obstante, se trata de un tema muy controvertido, dado que carece de una base empírica que lo respalde. 


La hipótesis es quelas habilidades heredadas no dependen únicamente del código genético, y propone que el comportamiento sostenido de una especie puede modelar su evolución. las habilidades que requieren un aprendizaje pueden ser reemplazadas por sistemas genéticamente determinados hasta el punto de no requerirse el aprendizaje. De esta manera, las conductas aprendidas acaban convirtiéndose en instintos, que entonces si se transmiten genéticamente.

Por ejemplo: una especie es amenazada por un nuevo depredador, pero algunos individuos aprenden rápidamente cómo evitarlo, de manera que sobrevivirán con facilidad y con el tiempo transmitirán esta habilidad de aprender a su descendencia, convirtiéndose en un elemento dominante de la conducta de esta especie, en un instinto.

Otro ejemplo: la tolerancia a la lactosa presente en poblaciones humanas que tradicionalmente han pastoreado animales productores de leche (cultura).

En consecuencia, esta perspectiva resitúa el centro de las dinámicas evolutivas en la interacción genética con la cultura: la capacidad de aprendizaje de los humanos y la consiguiente adquisición de conductas complejas, acaba convirtiéndose en un factor heredable, dentro de la selección natural, porque tales conductas acaban siendo más ventajosas para los individuos que las adoptan, y si facilitan su supervivencia llegarán a ser innatas. El aprendizaje es, pues, relevante evolutivamente, puede afectar a la dirección y la velocidad del cambio. Se trata de cultura transmitida genéticamente.

Estas ideas están presentes en la discusión científica abierta por una rama de la Genética llamada epigenética, que estudia cómo el ambiente y el entorno influyen sobre los rasgos adquiridos de una generación a otra sin la alteración de la secuencia del ADN, es decir, por la llamada plasticidad del fenotipo.

No toda la dinámica evolutiva se centra en lo genético (genotipo), como sostiene el gencentrismo neodarwinista, sino que también hay mecanismos evolutivos ligados al nivel celular (fenotipo), según sostiene la teoría de la herencia extendida. De hecho, las epimutaciones son más frecuentes que las mutaciones en el ADN. Esto dejaría a los defensores del efecto Baldwin en una posición marginal.

La epigenética explicaría por qué algunas ratas heredan la obesidad y otras no siendo genéticamente idénticas; también se observa en gemelos idénticos humanos, y en plantas clonadas.

En realidad, el efecto Baldwin es un postulado teórico, ahora esencial para entender cómo evolucionó la capacidad lingüística humana: la base genética del lenguaje (capacidad cerebral, disposición anatómica) fue reforzada por los primeros intentos de usar el lenguaje, aunque rudimentarios. En 1987, algunos estudios dedicados a la simulación informática de los procesos evolutivos recuperan este concepto de efecto Baldwin, y especialistas como Pinker y Bloom dan por bueno que ocupa un papel importante en la explicación del desarrollo evolutivo del lenguaje y la cognición humana: la capacidad cerebral, la anatomía necesaria para el habla, la curiosidad, la posición erguida, etc., son todos ellos factores evolutivos genéticos, innatos, pero en algún momento de la historia evolutiva debieron llevarse a cabo las conductas correspondientes que activaran todos estos factores, conductas llevadas a cabo por los más capaces y luego imitadas, conductas consolidadas entre quienes se adaptaron a ellas, y con el debido tiempo incorporadas a la carga genética de sus descendientes.


Para una discusión en profundidad, véase el artículo de Víctor Longa, "Sobre el efecto Baldwin y la noción de herencia" (Sig. Fil [online]. 2009, vol.11, n.21, pp. 43-72. ISSN 1665-1324), en este enlace. Contiene interesante bibliografía.

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