EL DUALISMO CARTESIANO (actualización)

El dualismo de la naturaleza humana es un tema central en el pensamiento cartesiano, un tema que se apunta ya tempranamente, en la formulación del cogito tras la duda metódica; pero es después, a partir de la reconstrucción del mundo sobre la base ontológica de Dios, que reaparece con toda su problematicidad: la separación de las sustancias obliga a explicar la relación de los procesos mentales con los procesos físicos (el llamado problema cuerpo-mente).  Es el primer gran problema de la filosofía cartesiana, explicar la relación entre dos instancias radicalmente diferentes y separadas, relación por otro lado necesaria para dar coherencia al resto del sistema y dar posibilidad efectiva al conocimiento del mundo. Este asunto es la piedra de toque de toda la filosofía de Descartes y de sus herederos, pues las diversas respuestas a la cuestión desarrolladas por el racionalismo del siglo XVII serán el origen de las diferentes corrientes que se centrarán en la temática epistemológica: Malebranche, Spinoza, Leibniz, e incluso Berkeley.

Las tres sustancias

Como afirma tajantemente en la quinta parte del Discurso, el alma no es una potencia de la materia. Descartes ha llegado a la formulación del cogito prescindiendo totalmente de lo corpóreo, de lo que luego será la materia extensa; el pensamiento es inextenso e independiente de la materia extensa, de las cosas. Éste es quizás el gran error de Descartes, considerar que la mente no puede ser un desarrollo ulterior del cuerpo, sino que está instalada en el cuerpo manteniendo la independencia propia de una sustancia, simplemente porque puede concebirse a sí misma con independencia del cuerpo. Lo cierto es que los desarrollos actuales de la neurociencia da la razón a Spinoza y se la quitan a Descartes.
El punto de partida está en las tres sustancias:

  • Dios, res infinita e inextensa
  • Yo, res cogitans, inextensa y finita, alma o mente
  • Mundo, materia, cosa, res extensa



¿Qué es una sustancia? Para Descartes, sustancia es aquello que existe por sí mismo. El mejor ejemplo es Dios; de hecho, como advierte Spinoza, Dios es la única sustancia en sentido estricto. Pero Descartes contempla otras dos entidades: el alma y la materia. No se explican por sí mismas, dependen de Dios en sentido ontológico, pero sólo de Dios, y son independientes de cualquier otra instancia.
En este orden de cosas, Descartes divide la realidad en tres instancias jerarquizadas a efectos ontológicos: Dios, Alma, Mundo; a efectos epistemológicos, las jerarquías se alteran: Alma, Dios, Mundo. Dios garantiza la realidad del alma y del mundo externo, pero lo primero que es conocido es el propio yo, el cogito, el alma.
El ser humano comparte dos de esas naturaleza, la corporal y la anímica; esto es el dualismo antropológico. Mantiene la existencia de dos principios radicalmente diferentes y separados, pero compartidos en ese ser que llamamos hombre. Dado que son dos naturalezas tan distintas, Descartes las concibe separadamente, no pueden comunicarse entre sí (cómo puede haber relación entre lo material y lo no material, entre lo corporal y lo anímico, entre lo extenso y lo inextenso, entre lo racional y lo mecánico).
El Yo es el alma, sustancia inextensa e infinita (res cogitans), separada del cuerpo, independiente del cuerpo, que sólo es un receptáculo, un medio de transporte del alma, una máquina sometida a las leyes mecánicas que gobiernan la naturaleza material. El cuerpo pertenece al ámbito material y extenso (res extensa), finito y determinado.
Al considerar que la mente y la materia son naturalezas diferentes y separadas, puesto que pueden entenderse separadamente (principio de individuación), Descartes introduce el dualismo antropológico en su sistema, bajo el primado del subjetivismo y el idealismo epistemológico. A la vez, ha de afrontar el problema de la relación entre esas dos naturalezas separadas por la barrera de sus propias naturalezas, que son tan distintas, porque es evidente que se relacionan y esa relación ha de explicarse desde dos perspectivas: una, epistemológica, pues los sucesos que acaecen en la sustancia extensa son conocidos por el cuerpo a través de las sensaciones, y son consiguientemente también conocidos por la res cogitans; este primer problema consistirá en explicar cómo se desarrolla esa relación en principio sólo mecánica, explicación que equivale a hacer luz sobre los procesos esenciales del conocimiento humano; la otra perspectiva es ontológica, al tratarse la cuestión de cómo es posible que en una sustancia finita y extensa haya una sustancia inextensa, independiente y pensante.
Descartes mantendrá firmemente la separación entre ambas, y se verá obligado a explicar cómo estamos en contacto con el mundo exterior y en concordancia con él (que no vivimos en un engaño fenomenológico). Su solución será siempre insuficiente: conduce a presuponer que la glándula pineal, presente en el centro del cerebro, es un lugar intermedio, de intercambio entre las dos naturalezas diferentes del cuerpo y el alma.


Esta explicación no es satisfactoria, es una manera de prolongar la discusión, porque al fin y al cabo, la glándula pineal es corpórea. El cartesianismo posterior se hará cargo de esta asunto no resuelto por Descartes, y desarrollará diferentes soluciones:
  • Ocasionalismo (Malebranche)
  • Monismo panteísta (Spinoza)
  • Monadismo (Leibniz)
  • Idealismo subjetivista (Berkeley, no estrictamente cartesiano)



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