INNATISMO FRENTE A AMBIENTALISMO

COMENTARIOS SOBRE EL PRÓLOGO DEL LIBRO DE IRENÄUS EIBL-EIBESFELDT, 

EL HOMBRE PREPROGRAMADO (Madrid, Alianza, 1977, págs. 13-17).



El libro de Eibl-Eibesfeldt, El hombre preprogramado (1973), pone sobre la mesa la clásica discusión entre ambientalismo e innatismo, en tanto que perspectivas explicativas del aprendizaje social humano (intraespecífico). El autor critica el exceso de ambientalismno en este ámbito, en la teoría social del momento, que él considera como una forma ideológica en lugar de explicación teórica, como presupuesto o hipótesis no probada que sirve para explicar hechos, pero que además acaba aplicándose como fundamento (no probado) de teorías políticas, económicas y educativas.
El problema de fondo de esta discusión entre innatismo y ambientalismo radica en que ambas son teorías usadas como presupuesto explicativo con el que dar cuenta de hechos constatables, pero con el inconveniente de que los hechos por sí mismos no respaldan ni refutan totalmente ninguna de las dos opciones, sino que tan sólo permiten presentar pruebas circunstanciales contra una o la otra. No se puede refutar el conductismo con hechos, sino desde la asunción de la teoría innatista, y viceversa.
Eibl-Eibesfeldt se centra en la cuestión de la conducta social. Critica al conductismo como presupuesto educativo y político porque destrona al ser humano autónomo e independiente, convertido en una marioneta del entorno, del ambiente en que se desarrolla su existencia, tanto a nivel natural como social, ante el que responde siguiendo unos patrones fijos, biológicos, innatos (los instintos, el condicionamiento por recompensa y castigo, etc.). Estas ideas, asumidas por el conductismo, especialmente desde Skinner, dan al ambientalismo un gran potencial como instrumento de control social, que para el autor deviene peligroso, ya que se trata de una ideología disfrazada de ciencia útil para la construcción social de las bases de la vida cultural, política y ética.
¿En qué sentido defiende Eibl-Eibesfeldt el innatismo? El autor está convencido de que puede obtener pruebas empíricas que lo avalan como teoría científica, de manera que se puede escapar de la acusación de ser una ideología. Tal cosa es lo que pretende a lo largo de su libro, esto es, “que el hombre, en lo que respecta a su comportamiento social, viene al mundo realmente dotado de preprogramaciones”, y que de esta manera autónoma se enfrenta a los desafíos del medio ambiente en que vive, con sus propios medios. Es lo que pretende el enfoque etológico: los seres humanos, en tanto que animales, responden adaptativamente a los estímulos del medio natural, “reaccionan ante determinados estímulos clave ya en su primera confrontación con éstos, de una manera razonable y tendente al mantenimiento de la especie, con modos de comportamiento determinados […]. Y traen consigo finalmente capacidades innatas de aprendizaje que aseguran que el animal aprenda lo oportuno en el momento oportuno.”
Es decir, que cualquier forma de aprendizaje cuenta con unos presupuestos innatos que lo posibilitan, que lo condicionan y lo conforman con el medio, pero no en tanto que aprendizaje individual, aisladamente, como pretende el conductismo, sino en el proceso general de desarrollo de la especie (evolutivamente hablando).
“Esto significaría que no puede ser conformado con igual facilidad en todas direcciones por las influencias del medio ambiente”, sino que esas estructuras innatas básicas pueden presentar cierta resistencia a la adaptación si el medio ambiente (o el medio social) fuerza al sujeto a seguir un camino opuesto a aquellas.
En consecuencia, podemos pensar que toda construcción social es susceptible de ir contra natura y tener consecuencias negativas para el ser humano, en tanto que se alcance a exigir demasiado de él (dicho de otra manera, se trata del malestar en la cultura señalado por Freud, o del bloqueo de los instintos señalado por Nietzsche, por ejemplo).
Pero Eibl-Eibesfeldt no se refiere a un componente innato de carácter antisocial, sino a todo lo contrario: ciertas normas éticas básicas pueden tener una base innata (clichés situacionales, como la fidelidad al amigo, amor a los padres, defensa de lo propio, etc., que parecen tener un carácter universal en el sentido geográfico y cultural del término, que el autor considera en referencia a la especie, citando a Lorenz). Estas bases evolutivas pueden ser imprudentemente alteradas desde ideologías como el conductismo o el funcionalismo; pero a la vez, lo que forma parte de la base natural humana puede ser también una carga, un lastre, una forma de inadaptación que hay que tener en cuenta en el desarrollo social y cultural. “Los etólogos han recalcado repetidas veces que no toda adaptación filogenética es adaptativa en el tiempo presente” (citando a Gehlen), porque algunos elementos heredados no se adecuan a las formas sociales modernas, como la sociedad de masas, y llegan a ser pertubadores. En este sentido, la capacidad cultural humana puede superar a la base evolutiva heredada.
La etología, en resumen, puede servir de base científica para una explicación de la diversidad cultural humana en la que convergen elementos innatos con elementos ambientales, pero siendo éstos subordinados a aquéllos. El ser humano es afectado por el medio ambiente, pero su forma de confrontar ese medio ambiente está previamente programada, reacciona de determinadas formas que pueden constatarse (pero no prescribirse, porque no se trata de un fatalismo determinista desde la biología, ya que el ser humano es también un ser cultural).
Se haba entonces de codeterminación. Las preprogramaciones innatas no siempre pueden ser neutralizadas por el aprendizaje, ya que en el ámbito de la conducta social el ser humano muestra una "asombrosa incapacidad de aprendizaje" que contrasta con los éxitos que obtiene en el dominio del medio ambiente. De esta manera, la conducta humana intraespecífica (hacia sus semejantes) se deja influir más por esos componentes innatos y menos por los componentes culturales aprendidos.
El ambientalismo y el conductismo se basan precisamente en la idea contraria: el aprendizaje por ensayo y error, castigo y recompensa. De ahí la importancia de aportar pruebas en favor del innatismo como factor codeterminantes explicativo de la conducta humana. Asumir esto debería llevar a consideración las ideas vigentes sobre estrategias educativas, excesivamente deudoras del ambientalismo, piensa Eibl-Eibesfeldt. Éste es el objetivo de su obra, probar que el ser humano no es una tabula rasa, sino que llega al mundo dotado de unas preprogramaciones que le ayudan a adaptase mejor al medio (adaptaciones filogenéticas, modos de comportamiento universales que alcanzan incluso el ámbito de las normas éticas y los prejuicios) y que condicionan su vida social (y algunos aspectos de su vida cultural, como la reproducción de objetos de culto).


Eibl-Eibesfeldt en su despacho del Centro de Ornitología del Instituto Max-Plank, Andechs, Alemania, 2013





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