LA QUERELLA CARTESIANA DE LAS IDEAS
ANTECEDENTES DEL EMPIRISMO MODERNO
El empirismo
moderno es un discurso sobre las ideas, en tanto que ha renunciado a ser una
ciencia del ser, de lo real. Por eso la noción de idea es objeto central
en la reflexión filosófica de los empiristas. Sin embargo, el impulso hacia
esta reflexión nace del cartesianismo, concretamente de la polémica entre
Arnauld (Port-Royal, autor del Tratado sobre los verdadero y lo falso) y
Malebranche (autor de La investigación sobre la verdad). Ambos se disputaban
la auténtica interpretación cartesiana, centrándose en la temática de la idea.
Así, el empirismo moderno tiene su punto de arranque en esta querella
cartesiana sobre las ideas, que no resolvió el problema sino que fructificó
en polémica y dio impulso al empirismo.
Si nos
atenemos a la definición de idea en Descartes (a través de sus
respuestas a Mersenne), veremos que es aquella forma de nuestros
pensamientos percibida de forma inmediata, lo inmediatamente percibido,
pero no sólo como dato de los sentidos, son en cuanto a concepto abstracto, es
decir, aquello inmediatamente inteligible. Entendamos esto como operación de la
mente, estructura del pensar, acción activa de la mente. La idea, como modo de
la mente, en la cual reside, es un accidente de la mente, que tiene dos
componentes: el abstracto o conceptual, y el sensible (imagen). La polémica se
desata al tratar de decidir cuál de los dos componentes será el estrictamente
cartesiano.
La
propuesta de Malebranche parte del dualismo ontológico cartesiano: dos sustancias,
una extensa y la otra pensante, separadas entre sí en tanto que sustancias: lo
esencial de una es la extensión (objeto), y lo esencial de la otra es el
pensamiento (sujeto), por lo que se dan en órdenes excluyentes, incomparables. ¿Cómo
es posible, sin embargo, la conexión entre el pensamiento y las cosas, entre lo
material y lo espiritual o mental? En este sentido, Malebranche piensa que la
incomunicación entre lo físico y lo mental es radical, porque no admite el
punto intermedio de Descartes, la glándula pineal. Por ello, las sensaciones no
son física. Radicaliza la separación de las sustancias. No tengo conexión ni con
mi propio cuerpo. El cuerpo humano tiende a representarse un mundo
aparentemente externo y a pensar que las ideas son representaciones objetivas.
Pero no tenemos legitimidad para pensar que tal relación es correcta, porque
podría ser una producción puramente humana. La respuesta de Malebranche es el
llamado ocasionalismo: ya una coherencia entre el pensamiento y los
acontecimientos de un mundo externo con el que no podemos conectar, porque
Dios, creador de todo, garantiza tal coherencia. Lo que percibimos claramente
en nuestra mente se corresponde con lo que se da en la materia, pues Dios, en ocasión
de sucesos reales, nos produce sincronizadamente las ideas correspondientes en
nuestra mente (las ideas son objetivas, se corresponden con la realidad
externa), puesto que Él lo ha percibido todo. Dios es el relojero que pone
constantemente en sincronía los dos relojes.
En
cuanto a Arnauld, opina todo lo contrario: las ideas son subjetivas, pertenecen
al ámbito de la percepción, son momentos del espíritu, y no hay otra cosa que
eso, percepción. La mente sólo contempla sus propias ideas, no se puede hablar
de mundo externo. Las ideas agotan el horizonte de la mente y se dan en la mente,
no en un orden separado, pues la mente se mira a sí misma (giro inmanentista).
El
empirismo se desarrollará a partir de esta última vía, de la mano de Locke y
Berkeley, para culminar en el escepticismo de Hume.
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