UNA INTRODUCCIÓN A PLATÓN SEGÚN POPPER

La teoría platónica de las ideas es una cuestión epistemológica, es decir, pretende resolver el problema de cómo conocemos la realidad. Esto se convierte también en un problema ontológico: cuál es la realidad, y entonces, cómo acceder a ella. El conocimiento no puede separarse de la realidad, ha de tener como objeto lo que es y no lo que está sometido a constante cambio. De manera que la orientación epistemológica de Platón se definirá dentro del ámbito de una metafísica no empirista, ni nominalista.
El conocimiento estará más allá de la percepción y de las cosas percibidas, pues en este ámbito no es posible una ciencia infalible. Sólo en un ámbito suprasensible es posible establecer verdades, porque es un mundo al margen del cambio: las ideas no cambian, siempre son. Para Platón, hay una necesidad epistemológica de las ideas, pues son imprescindibles para explicar el conocimiento humano. Las formas geométricas de los objetos empíricos no se corresponden exactamente como las formas de los objetos puramente matemáticos. El empirismo de los sofistas tampoco es suficiente para explicar la presencia de conceptos generales en el pensamiento, pues la abstracción de las observaciones empíricas (actos justos) pueden conducirnos a las ideas (Justicia), pero hay algunas ideas que no pueden explicarse mediante la abstracción, como es el caso de la semejanza. Esta nos sirve para abstraer de diferentes objetos cualidades comunes, e identificarlas en un marco general, pero ¿de dónde ha salido la idea de semejanza? Platón lanza pues la propuesta de pensar un mundo propio de las ideas, que el hombre puede conocer, y del cual servirse para moverse por el mundo empírico, que es una copia del ideal; el verdadero conocimiento radica, pues, en el de las ideas. A esta postura se le llama idealismo.
Este mundo de las ideas no constituye sólo un orden epistemológico, conceptual y lógico, sino también ontológico: sólo es posible el conocimiento de las ideas porque precisamente sólo las ideas son. Las ideas son los modelos de las cosas empíricas, que son meras copias imperfectas de sus modelos. En este sentido, la teoría platónica de las formas no es solamente una necesidad metodológica para poder asegurar la posibilidad de un conocimiento superior al que los sentidos proporcionan, un conocimiento de cosas estables y universales frente a un conocimiento de cosas espúreas y en constante cambio, en suma, un conocimiento no de meras copias sino de originales. Es, según Popper, algo más, suministra una teoría del cambio como flujo de los objetos desde la perfección de las ideas hasta el envilecimiento de las cosas materiales; se prolonga, además, en su aplicación al flujo de la historia social, con sus consecuencias práctica (Popper, La sociedad abierta, cap. 4, apdo. 1, pág. 50).

Tres son, según Popper (op. cit., cap. 3, pág. 44-45), las funciones que la teoría de las formas cumple dentro de la filosofía platónica:

1. Es una metodología que hace posible un conocimiento racional, puro, que supera la opinión, y puede aplicarse al mundo sensible.


2. Da una respuesta al problema del cambio (Popper dice que da una clave, pero es discutible); sirve por ello para explicar la historia como proceso de degeneración que puede frenarse.


3. Posibilita la ingeniería social necesaria para evitar la decadencia social.



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