PROTÁGORAS, LA RETÓRICA Y LOS DISCURSOS DOBLES
Acerca de la teoría de los discursos dobles (antilógica),
según Diógenes Laercio (Vidas IX, 51; también Clemente de
Alejandría, Miscelánea VI 65), Protágoras fue el primero en sostener
que sobre cualquier cuestión existen dos discursos mutuamente
opuestos y que a todo razonamiento puede oponérsele uno contrario, y
fue el primero en aplicarlos con quien departía. Que fuese el
primero en esto puede atribuirse al interés de Diógenes por
encontrar un inventor mítico o histórico de cualquier innovación
técnica, artística o intelectual (prôtos heuretés).
Hay otros testimonios relativos a esta cuestión. Séneca (Cartas
88, 43) escribe sobre Protágoras que "sobre cualquier asunto es
posible defender, con la misma validez, una tesis como su contraria".
Esteban de Bizancio señala también que Protágoras "hizo del
argumento más débil el más fuerte y que enseñó a sus discípulos
a censurar y a alabar a la misma persona" (Esteban de B., s.
v. Ábdera).
La teoría de los discursos dobles viene a sugerir que hay dos tipos
de argumentación correcta:
- El argumento válido, en sentido lógico.
- El argumento persuasivo, en sentido psicológico.
A partir de aquí se dan cuatro posibles combinaciones:
- Argumento válido y persuasivo (ideal).
- Argumento no válido y persuasivo (peligroso).
- Argumento valido y no persuasivo (inútil).
- Argumento no válido y no persuasivo (inactivo).
Una de las conclusiones que se deducen de esta clasificación es que
la verdad, en sentido estrictamente lógico no se impone por sí
misma, sino que es necesario que sea atractiva para los que la
reciben. El componente psicológico puede ser crucial en una
confrontación entre posiciones sobre cualquier asunto.
Los discursos dobles generalmente se producen entre razones o
argumentos válidos i ponen de manifiesto la capacidad de persuasión
de dos ideas perfectamente defendibles desde un punto de vista
lógico. Así que, en estas circunstancias, que son las habituales en
una discusión política o ideológica, no se trata de encontrar qué
argumento representa la verdad, ni quién tiene razón, sino quién
tiene más razón o más razones a su favor.
Por otro lado, esta idea de los discursos dobles, tan propia de la
retórica sofista, está directamente relacionada con el relativismo
protagórico. Protágoras habla de ella en las Antilogías.
Algunos autores ven en los discursos dobles una propuesta dialéctica
como método filosófico: evitar el monólogo, el discurso monológico
(aunque pueda ser siempre entendido como un diálogo interior) para
buscar la discusión con otras propuestas, acercándose al estilo
socrático que Platón hará germinar en su obra (pero no ha de
entenderse que Protágoras copiara a Sócrates, puesto que ambos
coincidieron en el mismo espacio y tiempo, sino más bien que
compartieron un estilo y un talante que podría denominarse erístico.
En esta coincidencia de estilos y espíritu puede entenderse la
simpatía de Platón hacia Protágoras. De todas formas, del diálogo
platónico también puede decirse que es un discurso donde distintas
voces son coordinadas por un único ser pensante y una única mano
escribiente, que crea discusiones donde se impone finalmente una de
las voces, aunque en ocasiones se produce un empate técnico).
Otra propuesta de los estudiosos ve en los discursos dobles de
Protágoras un método pedagógico, un sistema de preguntas y
respuestas orientado a desenmascarar los argumentos del contrario,
puesto que toda tesis tiene su contrario. Los discursos dobles pueden
ser sencillos ejercicios de dialéctica con un fin no filosófico,
sino puramente retórico.
Pero los discursos dobles no hay que entenderlos como un mero método
pedagógico, sino sobre todo como un procedimiento eurístico
(synerótesis), es decir, "un sistema de preguntas y
respuestas encaminado a descubrir las razones opuestas que subyacen a
cualquier experiencia práctica o intelectual acerca del mundo
(Melero, pág. 83, notas 9-10, citando a Untersteiner). Es decir, que
la dialéctica de Protágoras tiene mucho que ver con la retórica
argumentativa, pero escasamente con la retórica discursiva u
oratoria. Aquí se juega con la pugna entre argumentos, sean válidos
o persuasivos. El retórico ha de saber usar cada par de argumentos,
y puede adquirir la práctica necesaria a través de los discursos
dobles como ejercicio. Con esa maestría conseguirá replicar
cualquier argumento de su contrincante en su propio favor.
A partir de aquí hay que considerar tres elementos que definen la
retórica de Protágoras:
- Su aplicación judicial, como acusación vs. defensa.
- Capacidad para convertir el argumento fuerte en débil o viceversa.
- El retórico no juega con la verdad sino con la verosimilitud que subyace en el mundo de las apariencias. Esto puede hacer pensar que Protágoras menosprecia la verdad, pero en realidad se deriva de una concepción relativista de la verdad.
Aristóteles advierte que estamos ante un tema central de la
sofística. En el uso de los discursos dobles radica la capacidad de
los sofistas para convertir el argumento más débil en el más
fuerte, a condición de que ni uno ni otro posean una verosimilitud
absoluta, sino aparente. Aquí radica la fuerza de la retórica y la
erística, y su uso explica "la razón por la que la gente, con
toda justicia [opina Aristóteles], soportaba mal la profesión
pública de Protágoras" (Aristóteles, Retórica II 24,
1402a ss; el fragmento es más amplio de lo que aquí hemos citado).
No es necesario recordar que Aristóteles recoge casi literalmente
parte de la acusación contra Sócrates, al ser tomado como sofista.
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