HOBBES Y LA GEOMETRÍA

 

El interés de Hobbes por la geometría nació tardíamente, cuando tenía cuarenta años, al ojear casualmente un libro de Euclides, en la biblioteca privada de un amigo. “Al llegar al teorema de Pitágoras exclamó asombrado: ‘¡Por Dios! ¡Esto es imposible!’, tras lo cual retrocedió y rehízo paso a paso toda la demostración hasta quedar plenamente convencido” (Gardner).

Hobbes se interesó por los problemas que se planteaban los geómetras de su época, sobre todo en lo que se refiere a la cuadratura del círculo con el fin de hallar el valor exacto de pi. Pero Hobbes padecía de egotismo, se consideraba a sí mismo como un genio, y nadie le igualó en capacidad para combinar un elevado pensamiento con la más profunda ignorancia. Hobbes constituye el clásico caso del genio que se aventura en exceso por una rama del saber sin poseer la preparación necesaria.


En 1655 publica De corpore, en el que describe su método para cuadrar el círculo, que resulta ser sólo una excelente aproximación a la magnitud de pi. A partir de este momento se suceden una serie de críticas por parte del matemático y criptógrafo John Wallis, que era contrario a las posiciones políticas de Hobbes.

Tras la crítica de Wallis, Hobbes responde con su obra Seis lecciones para profesores de matemáticas, a la que Wallis replica con Castigo escolar impuesto al señor Hobbes por no dar debidamente sus lecciones. Contesta Hobbes con Notas sobre geometría absurda…, y finalmente Wallis publica La refutación de los puntos del señor Hobbes.


Sobre esta discusión, más tarde escribió el propio Hobbes: “O bien yo estoy loco, o ellos [los profesores de matemáticas] han perdido por completo el juicio; no podemos aceptar, pues, una tercera opinión, al menos que aceptemos que todos estamos locos” (Gardner).

A este comentario respondió Wallis diciendo: “La refutación está de más. Pues si él está loco, seguramente no atenderá a razones; por otra parte, si somos nosotros los locos, tampoco nos encontraremos en condiciones de intentar convencerle”.

Y en uno de sus últimos y más sensaciones ataques, Hobbes afirma: “El señor Hobbes jamás ha intentado provocar a nadie; pero quien le provoque descubrirá que su pluma es, al menos, tan hiriente como la suya. Todos vuestros escritos no son sino errores o sarcasmos; esto es, nauseabundos flatos, hedores de mulo viejo cinchado en exceso tras un hartazgo. Yo he cumplido. Os he tenido en consideración por esta vez, pero no lo repetiré…” (Gardner).


FUENTE: Martin Gardner, Nuevos pasatiempos matemáticos. Madrid, Alianza, 1987 [1961].





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