UNA INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA DE HUME
Este
ensayo es la consecuencia, como Hume explica en la introducción a su obra, del
fracaso de otros métodos aplicados al conocimiento de la naturaleza humana,
como sería el caso del dogmatismo metafísico, lleno de conjeturas.
De esta
manera justifica Hume la aplicación del método experimental a los asuntos más
genéricamente filosóficos, considerando que cada vez hay más distancia entre la
filosofía y lo que, desde Newton, es la física y la ciencia natural. Por un
lado, la relación de todos los conocimientos con lo humano nos invita a pensar en
la posibilidad de avanzar en un mayor y progresivo conocimiento de la
naturaleza humana, a partir de este método experimental que tanto éxito ha
reportado en la ciencia natural; por otro, en virtud de que se trata de avanzar
en aquellas ciencias que más interesan al hombre como tal: lógica, moral,
estética y política.
Hume
quiere ensayar sí la aplicación del método empírico es válida el campo
filosófico, en decir, en la ciencia del hombre, llevando a cabo una
investigación sobre “la extensión y la fuerza del entendimiento humano” con el
fin de explicar “la naturaleza de las ideas que empleamos y de las operaciones
que realizamos al razonar” (Tratado…, I, Introd.).
Esa
ciencia del hombre, que desvelará las claves de la naturaleza humana, esto es,
si la razón especulativa que tan bien se aplica al conocimiento natural puede
servir para el conocimiento de la moralidad, debe estar basada en la experiencia
y en la observación. Esto significa que Hume no trata de averiguar la esencia
última de la naturaleza humana, sino acaso formarse una noción de sus fuerzas y
cualidades, reconociendo que la investigación sobre la conducta humana tiene
desventajas respecto a la investigación de los hechos naturales, pero también
que el método experimental llega más lejos que el razonamiento abstracto propio
de la filosofía dogmática.
En
definitiva, el interés de Hume se centra en buscar unas bases ciertas para
fundar un sistema del saber que englobe a todas las ciencias. Y tales bases se
hallan en la naturaleza humana, en el funcionamiento, fuerzas y cualidades del
entendimiento (la facultad de conocer) y de la razón. De modo que la ciencia
del hombre ha de procurar primeramente investigar sobre el entendimiento siguiendo
el método que tan buenos frutos ha dado a la ciencia natural.
El
enfoque de Hume es un tanto psicologista, porque fija su atención sobre el
funcionamiento de la naturaleza humana en actividades tales como llevar a cabo
juicios morales. Por ello, la primera parte del Tratado es un análisis
psicológico del funcionamiento del entendimiento en vistas a apreciar sus
posibilidades morales. La investigación iniciada por Hume quiere encontrar una
explicación mecanicista (newtoniana) de los fenómenos psicológicos, del
conocimiento y de la moral. Esta explicación mecanicista, basada en fuerzas y
cualidades, sería el principio de la ciencia del hombre. Al llegar, sin
embargo, a la constatación de errores y defectos en el entendimiento humano,
Hume concluye que no es posible esa ciencia de la naturaleza humana (ni en la
moral, ni en la política), que en la naturaleza humana no hay esas bases
ciertas para elaborar un sistema del saber, sino sólo unos postulados para una
mera psicología del hombre, de sus creencias, sin fundamento racional. Esta
ciencia del hombre ya no puede convertirse en fundamento de las otras ciencias,
sobre todo porque desvela que no hay fundamentos para cualquier forma de saber,
salvo que se confíe en la costumbre y la creencia.
El
desarrollo del primer libro del Tratado es, pues, una investigación
epistemológica (en la forma de una psicología del conocimiento) que desvela los
errores y defectos del entendimiento humano, en tanto que excede sus propios
límites y cae en las creencias.
Hume
deduce que el fundamento del conocimiento humano no puede ser racional sino
psicológico, y de aquí parte para iniciar una investigación similar sobre las
pasiones (libro II) y sobre la moral (libro III), todas ellas bajo ese mismo cariz
psicologista que se da en el libro I. Por esta razón podemos decir que Hume no
es un moralista normativo, sino un psicólogo de la moral.
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