DESCARTES Y EL DISCURSO DEL MÉTODO (1637)
Descartes escribió esta obra en 1636, en francés,
aunque inicialmente tenía previsto hacerlo en latín. La primera mención a esta
obra aparece en una carta suya a Huygens, el 1 de noviembre de 1635. La obra
complete debía constar de un prefacio, el propio Discurso, y dos
ensayos, la Dióptrica y los Meteoros, pero más tarde Descartes
decidió añadir la Geometría (según carta a Mersenne, de marzo de 1636).
También el título fue retocado: primero pensó en Tratado del método,
pero luego se decidió por el término discurso, que es más modesto y
sugerente de que se trata de un prefacio a una obra más importante (carta de
Mersenne, en marzo de 1637). Se dice que Descartes no daba mucha importancia a
esta obra clave de la filosofía moderna, ya que la consideraba un mero
prefacio. No obstante, los casi cuatro siglos que han transcurrido desde su
publicación han demostrado que era más que un simple prefacio.
PUBLICACIÓN
Imagen de la cubierta de la primera edición del Discurso |
La
primera edición fue impresa en Leyden, el 8 de junio de 1637, en francés. No
aparece el nombre del autor, pero sí el permiso correspondiente, otorgado el 4
de mayo de 1637 tras laboriosos trámites por parte de Mersenne.
En 1644
se publicó en Amsterdam la traducción latina, a cargo de Étienne de Courcelles,
y revisada por el propio Descartes, con el título de Specimina Philosophiae,
sin incluir la Geometría. En 1649 aparece una edición de von Schoolen, donde sí aparece la Geometría.
Una vieja edición española del Discurso |
El Discurso se divide en seis partes, de
las que sólo la primera, segunda y cuarta tienen interés estrictamente
filosófico, siendo las restantes complementarias. A lo largo del texto surgen
cuestiones de índole autobiográfica que dan atractivo a la obra, la convierten
en personal, la ligan a los Ensayos de Montaigne, que está en los orígenes
intelectuales de Descartes, y hacen del Discurso un texto muy atractivo
al lector no especializado en filosofía. También el lenguaje que usa Descartes
contribuye a ello, al escribir con una prosa sencilla y comprensible, y en
lengua vernácula.
Otra vieja edición española del Discurso |
Descartes desconfía del lenguaje. Lledó recoge una carta a Mersenne (20 de noviembre
de 1629) donde Descartes le expresa su desconfianza hacia las lenguas, por
contener tanto elementos racionales como irracionales, lo cual las convierte en
instrumentos de confusión, y por ello aboga por la creación de una lengua
universal artificial (Lledó, E., Filosofía
y lenguaje. Ariel, Barcelona, 1970, §1,
págs. 35-36). Pero sabe que el francés servirá para divulgar su pensamiento mucho mejor que el latín. El uso de un lenguaje natural en una lengua accesible a todos hace más comprensible la expresión de un pensamiento complejo. No hay duda de que Montaigne está en la raíz de la narración de Descartes en su Discurso.
Una edición en catalán del Discurso |
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