HOBBES Y EL ESTADO NATURAL
El punto de partida de Hobbes es una concepción mecanicista de la naturaleza: un espacio inmerso en el movimiento, en el cambio. A lo que hay que añadir una nueva dimensión: si la idea medieval tenía una orientación cosmológica, la idea moderna es antropológica y política, y esta dimensión adquirirá mayor relevancia porque la principal preocupación de los pensadores modernos es el sujeto humano. En el caso de Hobbes, el mecanicismo naturalista servirá para dar un nuevo sentido a la reflexión política.
Hobbes
presenta el escenario natural con toda su crudeza. Igual que Maquiavelo nos
habla del poder político sin tapujos, Hobbes nos habla del poder en la
naturaleza situando al ser humano en el nivel de la animalidad. Al contrario
que hará Locke, las leyes naturales de las que habla Hobbes no son concesiones
al derecho, sino expresión de las condiciones que marca la naturaleza para
poder sobrevivir en ella. En ese estado no hay autoridad pública, ni vínculos
sociales; imperan el individualismo y el egoísmo como motores de la
supervivencia en un entorno hostil comparable al estado de guerra, de una
guerra de todos contra todos.
Hobbes
no habla en términos históricos, simplemente intenta justificar que los hombres
prefieran vivir sometidos a un poder fuerte y protector a partir de una visión
cruda y violenta de la ausencia de tal poder. Aquí, el estado natural no debe
entenderse como un estado anterior a la sociedad humana, sino como la negación
de las condiciones de la sociedad humana. Esto es, se trata de una descripción
hipotética además de una hipótesis indeseable.
Por
esto hay que tener en cuenta que la descripción de Hobbes no es histórica ni lo
pretende, sino puramente conceptual, especulativa. Su idea puede calificarse de
experimento imaginativo que intenta recrear mentalmente las condiciones que
imperarían entre los hombres en ausencia de una autoridad colectiva, el Estado,
y las consecuencias que tal ausencia supondría sobre las relaciones entre los
individuos, quedando solos, libres y dueños absolutos de sí mismos. Se trata de
comparar el estado natural con el estado civil y ver cuál de los dos es más
ventajoso, mostrando que la única vía de evitar los cuantiosos inconvenientes
de la libertad absoluta es cederla a una autoridad absoluta que la limite, anulando
el poder de las voluntades individuales más voraces para proteger a los más débiles.
Fuera
de la sociedad civil, dice, cada uno tiene derecho sobre todas las cosas, pero
no puede gozar de ninguna (Hobbes, Del ciudadano, X 1). La libertad
absoluta de todos y la ausencia de límites legales contra la ambición humana
dan como resultado que el ser humano viva sometido a un continuo acoso y
temiendo una muerte violenta o la esclavitud. Ante esta miserable perspectiva,
la alternativa de vivir bajo un poder absoluto y protector es una solución más
que deseable.
Al
individuo en estado natural no le ampara derecho alguno, pues no existen las
leyes escritas, y si las hay no está obligado a seguirlas porque no hay
organización social alguna encargada de hacerlas cumplir. Sólo rigen las leyes
naturales. Pero las leyes naturales no deben entenderse como sustitutas del
derecho, ni en el sentido medieval del orden cósmico establecido por Dios,
porque en cierto sentido Dios ha muerto en este experimento mental. Son leyes
en un sentido mecánico, operativo, instrumental. Son las condiciones que la
naturaleza impone en su propio escenario: cada hombre responde de sí mismo y de
su voluntad, y sólo deberá rendir cuentas a quien sea más fuerte que él.
Cuando
Hobbes dice, por ejemplo, que el estado natural es el reino de la igualdad
natural (Hobbes, Del ciudadano, IX 2), no se refiere a que el derecho a
la igualdad tenga fundamento en el derecho natural. Es decir, que esa igualdad
natural no es un derecho que se pueda reclamar, ni en el estado natural ni en
el estado civil. Simplemente señala Hobbes los límites operativos de la acción
humana en ese escenario: todos los individuos tienen las mismas posibilidades,
aunque cada cual es diferente por sus particulares características, por su
fuerza, por ejemplo. Cada persona puede usar su propio poder como quiera o crea
conveniente para asegurar su vida, sin más límites que su fuerza y la fuerza de
los otros, o la inteligencia con que la naturaleza le haya dotado, como a
cualquier otro ser humano.
Así, el
sentido de las leyes naturales hobbesianas es contrario al de las leyes
positivas. Éstas afirman lo que se debe y lo que no se puede hacer, mientras
que aquellas sólo determinan las condiciones materiales en las que se podría
hacer algo, teniendo en cuenta que, en ausencia de obstáculos materiales, se
puede hacer todo lo que se desee. Esto es, que los hombres son absolutamente
libres en ese sentido que Berlin denomina libertad negativa.
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