BREVE INTRODUCCIÓN A LA ILÍADA
La Ilíada
es una narración épica en la que se cuentan los avatares de los aqueos en los
últimos momentos de la guerra que mantuvieron con los troyanos, enfrentamiento
que, según se calcula, duró unos diez años y acabó con la destrucción de Troya.
La
guerra tuvo su origen, según narra el poema homérico, a raíz del rapto de
Helena, esposa de Menelao, por parte de Paris-Alejandro, hijo de Príamo, rey de
Troya. Diez años después del secuestro, los aqueo-micénicos consiguieron reunir
las suficientes fuerzas para dirigirse a la costa anatolia y atacar Troya, para
rescatar a Helena, cosa que les mantuvo ocupados diez años más.
La Ilíada
no alcanza a contar estos últimos momentos, sino que la narración se corta
bruscamente tras la muerte de Héctor y sus funerales; del mismo modo que
comienza bruscamente, in media res, cuando los aqueos llevan diez años
sitiando la ciudad y entre ellos surge una disputa a causa del reparto de
cierto y preciado botín, la bella Briseida (conflicto que enfrentará a Agamenón
con Aquiles), así como sobre la cuestión crucial: siguen adelante con la
guerra, o regresan a Grecia.
La realidad de los hechos narrados es bastante indiscutible, sólo que con un sentido menos poético. Cierto es que Troya fue atacada y destruida varias veces, como muestran las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo desde mediados del siglo XIX, obra de Schliemann. La riqueza de las ciudades anatolias atraía a los guerreros aqueos y fueron fruto de saqueo y rapiña. Más aún Troya, que ocupaba un lugar estratégico en el paso del Bósforo. De modo que la Ilíada es un reflejo poético de escaramuzas y hazañas guerreras reales, llegando incluso a ofrecernos una imagen clara de ello cuando sus personajes nos hablan del reparto de un saqueo: unas bellas prisioneras, oro, armas, ganado, caballos, etc. Para un mapa de la situación, en este enlace.
También
es verosímil la idea de que la guerra fuese causada por el descontento de los
griegos continentales hacia los troyanos, que controlaban el paso por el
Helesponto hacia el mar Negro cobrando peajes por ello, gracias a lo cual la
ciudad se había enriquecido. De modo que, hacia el 1200, algunas ciudades
micénicas pudieron decidir cambiar esta situación y acabar con la hegemonía
troyana en el Helesponto, por lo que un ejército griego puso sitio a la ciudad
y la destruyó, como las evidencias arqueológicas muestran, en más de una
ocasión.
El
texto homérico refleja de forma poética esta lucha por el control de una zona
estratégica, combinando elementos ficticios y mitológicos con elementos tan
reales que su lectura sirvió a Schliemann de guía para encontrar los restos de
Troya.
No
obstante, algunos de los datos reflejados en el texto no son tan fiables, sino
que presentan incluso anacronismos. El texto se refiere a acontecimientos ocurridos
hacia el 1200 a. C., pero fue redactado cuatro siglos más tarde, hacia el 850,
según los cálculos más aceptados, así que refleja las ideas y
prejuicios del momento en que fue escrito. Aunque habla de reyes y nobles, ya
no lo es en el sentido micénico, sino en un sentido posterior a las invasiones
dorias. Homero escribe para las oligarquías de las polis arcaicas, y por eso
sus héroes son iguales entre sí y toman decisiones en conjunto, y ninguno de
ellos tiene más poder que otros. Esta imagen se corresponde con la realidad política
de la época arcaica, en la que vivió Homero, pero no con la de la época micénica,
en la que el rey no era un primus inter pares, sino un señor absoluto y
sumo sacerdote.
Argivos y Aqueos
Entre
los personajes más relevantes de la Ilíada hay que distinguir a dos,
Agamenón y Aquiles, el uno argivo y el otro aqueo.
Aquiles,
o Aquelao, llamado también celerípedo, el de los pies ligeros, era el
jefe militar de los mirmidones, procedentes de Ftia, situada en la actual
Tesalia. La Ftióde era la región habitual de los aqueos. Durante las invasiones
dorias, esta zona fue ocupada por los tesalios, y los aqueos debieron
desplazarse al sur, invadiendo el Peloponeso y estableciéndose en su zona
norte, lo que se conoce como Acaya. Aquiles era, pues, aqueo, y por ello un
guerrero mucho más salvaje que los micénicos y argivos, feroz en la batalla y
colérico y temerario en sus decisiones. De ahí que en el texto homérico se
diferencie entre argivos y aqueos.
Belleza arrebatadora (posesión, rapto y rapiña)
En la Ilíada
se manifiesta el sentido homérico (griego arcaico) de la belleza. No se trata
del conjunto de ideas propias de Homero, sino como aquello que caracteriza al
sentir del hombre griego contemporáneo de Homero, en relación con lo bello.
La
guerra que los griegos emprendieron contra Troya tenía por causa del rapto de
Helena, esposa de Menelao, obra de Paris, hijo de Príamo, rey de Troya. Y el
objetivo de la invasión era rescatarla y devolverla a su lugar legítimo, a su
esposo. Helena es, además, la más bella de las mujeres. El rapto de Helena simboliza,
pues, lo que los griegos sentían (que no equivale a entendían) como lo
bello. Helena encarnaba el modelo de belleza que el griego arcaico no podía
conceptualizar, sino sólo verlo personificado en un objeto concreto, un objeto
que se desea poseer. Porque el nombre de Helena deriva de helein, robar,
raptar. Helena se refiere a la robada, la raptada. Más aún, si nos
referimos a Homero, el supuesto autor o recopilador de toda esta serie de narraciones
orales, está ligado a la trama del rapto y el arrebato, pues su nombre
significa el cautivo, el raptado, podemos suponer que por la
inmensa belleza de Helena.
El mito
de Helena, además, tiene un componente cosmológico, es un mito lunar, por el
parecido fonético con Selene, la Luna. Selene era, además, la eternamente
raptada por Helios y Aurora. Es una narración comparable a la de otros pueblos
primitivos. De este mito se desliza la idea de que el griego arcaico sentía la
belleza como aquello que arrebata, que induce al rapto. Lo bello es lo deseable,
lo raptable, porque es lo que no arrebata y rapta a nosotros mismos. Lo bello
es aquello que se desea poseer, así que las personas bellas resultarán
arrebatadoras, raptables y frecuentemente raptadas de hecho. El matrimonio, de
hecho, es una forma de poseer a una mujer bella, la forma más segura, es más,
algunos ritos matrimoniales vienen a representar el arcaico rapto de la novia
por el novio.
Dentro
del marco de la narración homérica, es decir, el mito del rapto de Helena, se
puede tomar en consideración el concepto de posesión, tanto en relación
con lo elevado (Helena, Briseida, Criseida), como lo más bajo: saqueo, rapiña,
despojo de las armas del vencido, ultraje de las mujeres del vencido, etc. Todo
ello enmarcado en un estado de guerra.
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