EL SENTIDO DE LA ÉTICA HOMÉRICA

Homero, a través de sus textos, que remiten a la tradición oral jónica (aqueo-pelasga), trasmite el sentido de una moral tradicional arcaica, de raíces agrarias y caballerescas. El la Ilíada y la Odisea aparecen diversas muestras de las costumbres morales de los más antiguos pobladores de Grecia.

Hay que considerar que la tradición oral en la que se fundamentan estas narraciones exalta el sentido aristocrático de la vida, propio de la cultura micénica. Homero canta a reyes y nobles locales, y canta a la excelencia de antiguos reyes, la areté de los aristoi, que heredan sus contemporáneos dorios. También implica una positiva valoración de las actitudes belicosas y aventureras, y el poder es también un elemento más de ese conjunto de valores, regulado por normas de honor. Es una idea de la ética alejada de la racionalidad (desarrollada en la época clásica), pero comprometida con la admiración por la actividad del héroe: se admira a Ulises, que es un descarado embustero, y cualquiera encuentra justo ensañarse con los heridos de guerra hasta rematarlos. En Homero encontramos que hay una misma pena por matar una gallina ajena que por matar a un hombre.

Los poemas homéricos no reflejan de forma sustancial el pleno desarrollo del sistema aristocrático en jonia, sino que se refieren a esquemas mucho más arcaicos, micénicos, a pesar de plasmarse en una época plenamente aristocrática. Ya se ha dicho que la distancia entre lo narrado y su recopilación por parte de Homero es de unos cuatro siglos. Por eso encontramos en estas narraciones cierta vaguedad de vínculos sociales, donde la familia es una unidad social de gran autonomía, y el linaje y la camaradería son los mecanismos de la relación social que anteceden a la tribu, la fratría, que se desarrollarán posteriormente.

Los esquemas éticos esquemas que rigen entre los aristócratas son el honor, los valores guerreros, la caza y el deporte, así como el orgullo de la preeminencia social, un puesto que comporta derechos y deberes para con superiores e inferiores, y que se ha de ejercer con cortesía, generosidad y sabiduría.

“El perfecto basileus era un tipo espléndido, leal vasallo con su superior, amigo fiel y hospitalario con los iguales, benévolo, justo y tolerante con los inferiores”, dice Forrest, capaz de impartir justicia con perfecto conocimiento de qué corresponde a cada cual (igualdad entre iguales, desigualdad entre desiguales).


REFERENCIAS

Forrest, Democracia griega. Madrid, Guadarrama, 1966.

Mosterín, J., Historia de la filosofía. 1. El pensamiento arcaico. Madrid, Alianza, 1983.

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