RUSSELL Y OCKHAM
NOTAS SOBRE LA NAVAJA DE OCKHAM
Russell
confiaba en que retrocediendo lo suficiente desde las consecuencias, alcanzaría
algunas premisas indudables, siguiendo a Ockham: reducir el número de verdades
para evitar el riesgo de error, aplicando la única regla segura en filosofía, que
es la reductio ad absurdum, suponiendo que aquella idea que no puede
refutarse puede darse por buena, aunque no pueda ser demostrada directa y
explícitamente, sino sólo que su negación es una contradicción. Esto permite
considerar la realidad de cualquier cosa que no pueda ser refutada, pero
teniendo en cuenta que, siguiendo a Ockham, podemos eludir la necesidad de la
existencia de todos aquellos entes de los cuales se pueda prescindir, dejando
de tenerlos en cuenta si no los necesitamos, aunque no sea posible refutarlos. “Si
en alguna ciencia todo puede ser interpretado sin dar por supuesto éste o aquel
ente hipotético, no hay razón para suponerlo” (Russell, Historia de la Filosofía, pág. 519). En la física, por ejemplo, “es imposible demostrar que no
existen puntos-instantes, pero es posible probar que la física no da ninguna
razón, cualquiera que sea, para suponer que existen tales cosas” (Russell, La
evolución de mi pensamiento..., pág. 11), así que se puede prescindir de
ellas.
Aquí barajamos varias opciones:
- Tomás de Aquino considera que las cosas materiales se distinguen por sus accidentes: no hay dos manzanas iguales. Las cosas inmateriales (ideas) se distinguen por sus esencias: no hay dos esencias iguales, dado que cada esencia es única.
- Duns Scoto: las cosas materiales también se diferencian en sus esencias, pues si las cosas son distintas, se distinguen por una diferencia cualitativa.
- Ockham: desde una orientación lógica, diferencia entre los conceptos (o clases, las ideas platónicas, por ejemplo) y las palabras que se refieren a cosas. La idea es que estos niveles no deben mezclarse, es decir, que la lógica no tiene nada que ver con la metafísica, en tanto que sólo se refiere a palabras y no a cosas. Por eso, en lógica, los universales o clases son sólo términos (nominalismo), mientras que en la metafísica se usan tales universales referidos a cosas, como si existieran. Pero los universales no son cosas, no remiten a algo existente, desde un punto de vista meramente lógico. Es el conflicto que aparece cuando consideramos dos cosas semejantes porque comparten la semejanza. “Sócrates es semejante a Platón, pero no en virtud de una tercera cosa llamada semejanza, que es un término de segunda intención y está en la mente” (Russell, Historia de la Filosofía, RBA, págs. 520-521). Por eso Aristóteles señala que el concepto platónico de semejanza o participación es poético. De alguna manera, Ockham parece adelantarse a la teoría de las descripciones o de los tipos de Russell, y a Tarski (diferencia entre lenguaje y metalenguaje) (véanse las paradojas de Russell).
- Descartes: principio de individuación (en catalán), fragmento, y fragmento sobre la claridad y la distinción.
- Leibniz: establece que las esencias tienen un carácter lógico, se refieren a “todas las proposiciones que son verdaderas de la cosa en cuestión”, de manera que, dado que cada cosa ocupa un espacio diferente, es improbable que dos cosas sean exactamente iguales. Éste es el principio de identidad de entidades indiscernibles (Russell, Historia de la Filosofía, RBA, pág. 515), llamado también principio de Leibniz, aunque algunos pensadores antiguos ya lo habían referido, como Séneca. Hace referencia a la cuestión de la inexistencia de dos entidades iguales, exactamente iguales. De todas formas, Leibniz intentó clarificar la cuestión con mayor profundidad. Según éste, no hay dos seres reales que sean indiscernibles (inseparables, confundibles), sería absurdo que hubiese dos seres iguales, pues si así fuera “uno no importaría más que el otro y no habría razón suficiente para elegir uno más que el otro” (Ferrater). Pero, ¿cómo se distingue un individuo de otro si son iguales? ¿Cómo se da la individuación? Para Leibniz, las diferencias externas (ubicación en espacio y tiempo) no son suficientes, ha de haber un principio interno de diferenciación, pero en abstracto no se puede excluir la existencia de dos entes indiscernibles. Kant, no obstante, consideró que en el mundo fenoménico son suficientes el espacio y el tiempo para diferenciar dos objetos. Desde un punto de vista lógico, se puede alegar que para considerar que dos objetos sean indiscernibles antes hay que haberlos distinguido uno del otro, cosa que parecer llevar a una contradicción. Por lo cual, quizás el principio de entidades indiscernibles carezca de interés, simplemente equivale al principio de no contradicción, pues si dos entidades x e y son iguales, lo que sea verdad de x lo será también de y.
- Hume: texto sobre la conexión necesaria.
La navaja de Ockham, por otro lado, es un principio metodológico de economía del pensamiento, según la fórmula clásica de Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem, es decir, no deben multiplicarse (aumentarse) las entidades más de lo necesario, dadas dos formas (descripciones, análisis, etc.), debe preferirse aquella que requiera menos conceptos, reglas o supuestos. O lo que es igual, no deben introducirse más realidades de las que son necesarias para dar cuenta de un fenómeno o un proceso (epistemología, metafísica), o también que no deben emplearse más conceptos (reglas, principios, supuestos) de los que son estrictamente necesarios para llevar a cabo una demostración o explicación (lógica, matemática). En resumen, que, dadas dos o más opciones posibles de una realidad, proceso o fenómeno, hay que elegir la más simple, la que use el menos número posible de conceptos.
No
obstante, aunque la fórmula se atribuye a Ockham, en realidad no se encuentra
en los textos de Ockham, según Ferrater, sino en versiones similares: “no debe
introducirse innecesariamente una pluralidad” o “es vano hacer con más lo que
se puede hacer con menos”. Todo ello se relaciona con el principio ockhamiano
de que nada debe afirmarse sin una razón suficiente.
Según
Ferrater Mora, la navaja de Ockham es admitida por casi todos los filósofos y
científicos, incluidos aquellos que no la aplican. Se refiere a Avenarius
(epistemología), Mach (física y epistemología) y Russell (lógica matemática). Pero
en Russell, la navaja de Ockham no es una especie de plan de economía,
ni un medio para un fin, sino algo más, es una pasión.
BIBLIOGRAFÍA
Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía
Russell, Historia de la Filosofía (RBA)
Russell, La evolución de mi pensamiento filosófico (Alianza)
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