MODELO COSMOLÓGICO DE FILOLAO DE TARENTO


A la hora de analizar la propuesta de Filolao (470-380 A. c.) hay que tener en cuenta su adscripción al pitagorismo y el gran desarrollo que las observaciones astronómicas había alcanzado en esta escuela, pues fueron pitagóricos los primeros en tener en cuenta la alteración implícita en el movimiento de los planetas, las retrogradaciones.

Otro punto de especial interés es la dificultad existente para encasillar a Filolao dentro de las corrientes astronómicas de su tiempo; su sistema pretende explicar las alteraciones de los cielos mediante "una teoría que no es ni geocéntrica ni geoestática, ni heliocéntrica ni heliostática" (Hanson). 

A Filolao se le atribuye la teoría del fuego central, un foco distinto del Sol, no visible desde la Tierra, y a cuyo alrededor gira el cosmos. El sistema de Filolao es una prolongación de la cosmología pitagórica: fuego central, antitierra, etc.

Las alteraciones que los cielos presentan sobre la base de un movimiento circular y uniforme son explicadas mediante la idea de que la Tierra orbita como un planeta más, alrededor de un centro que no es el Sol, sino el fuego central. No es que la Tierra rote, sino que realiza una revolución rápida en una órbita pequeña, de oeste a este.

"Siendo la Tierra una estrella más, se ve arrastrada en un círculo en torno al centro, produciendo así el día y la noche", dice Aristóteles en De Caelo II.13. Esto desvincula a Filolao del geocentrismo tradicional; sólo Ekfantos, pitagórico posterior, trasladará el fuego central al centro de la Tierra, y adoptará el geocentrismo. Tampoco podemos hablar de heliocentrismo, porque el Sol es puesto en el lugar de cualquier otro planeta, aunque la idea de Filolao será aprovechada posteriormente por heliocentristas como Aristarco de Samos, influenciado por la cosmología pitagórica, al sustituir el fuego central por el mismo Sol; también Copérnico y Kepler compartían tendencias pitagóricas.

Los planetas se mueven en grandes órbitas, de oeste a este, girando alrededor del fuego central. Son diez, y en orden de distancia de este foco (en radio orbital creciente) son:

 


Antitierra

Tierra

Luna

Sol

Mercurio

Venus

Marte

Júpiter

Saturno

Estrellas fijas

 

Son diez porque el número 10 es sagrado entre los pitagóricos, y por ello las estrellas fijas ocupan una de las esferas que gira alrededor del fuego central.

El modelo de Filolao no es geocéntrico, sino que la Tierra está desplazada del centro del universo, ocupado por un fuego central alrededor del cual giran todos los cuerpos; la órbita de la Tierra es tan pequeña que parece ocupar el centro.

Sin embargo, no son las observaciones las que llevan a Filolao a proponer este modelo, sino las razones teóricas apoyadas en la cosmología pitagórica: la Tierra no puede ocupar el centro porque ese lugar está reservado para el elemento más excelente, el fuego. Ese fuego central no es el Sol, por lo que Filolao se separa del heliocentrismo. De hecho, el fuego central no se ve nunca, no puede ser objeto de observación, ya que "nada observable puede ser lo bastante perfecto para residir en el centro del universo".


REFERENCIAS:

Hanson, N. R., Constelaciones y conjeturas. Madrid, Alianza, 1985. 

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