DESCARTES Y LAS OBJECIONES SOBRE LA EXISTENCIA DE DIOS

Los argumentos que demuestran la existencia de Dios son razonamientos de carácter deductivo: desde la definición de Dios, como el ser más perfecto que pueda pensar, se concluye su existencia por tres diferentes vías alternativas a las vías más empiricistas de Tomás de Aquino.

Para demostrar, sin embargo, la validez de los diferentes argumentos que Descartes presenta, hay una limitación: todavía está la amenaza del genio maligno, que podría engañarle y hacerle pensar que acierta cuando en realidad se equivoca al razonar.

Esta es una de las objeciones de Mersenne sobre los argumentos cartesianos en pro de la existencia de Dios. ¿Si no podemos estar seguros de nada antes de conocer que Dios existe, qué seguridad hay en nuestro conocimiento de que Dios existe?, alega en las Segundas Objeciones, acusando a Descartes de introducir la circularidad en sus pruebas.

¿Cómo responde Descartes? Considera que sus argumentos no son realmente demostraciones deductivas, sino que tienen más bien un carácter mostrativo, hacen una descripción de la idea de Dios, innata, tal y como se le aparece a Descartes. Según él, en la idea de Dios ya se halla contenida su existencia, de la misma manera que en la idea de triángulo ya está contenida la necesidad de poseer tres lados o tres ángulos. En este sentido, señala, no podemos concebir a Dios como no existente.

Aquí, Descartes alude a una fuente de certeza diferente de la derivada del razonamiento deductivo, propio de la matemática y la geometría. Una fuente que tampoco depende de la experiencia ni la imaginación. Se trata de la intuición (una buena definición, en el Diccionario de Filosofia, de Ferrater Mora).

  • La intuición es una facultad del entendimiento que permite saber con total seguridad, claridad y distinción (las condiciones de la evidencia) que, por ejemplo yo existo o yo pienso. Se trata de un proceso único, en un solo paso, inmediato, en el que hay una representación clara y distinta sobre la que no subsiste duda alguna. Se trata, pues, del ámbito de las nociones primeras indemostrables, los axiomas, por ejemplo, o conceptos que constan como ideas innatas en el esquema cartesiano. Al ser intuidas sin un proceso por pasos, el genio maligno no puede intervenir.
  • Al contrario que en la intuición, en la operación de la deducción hay más de un instante, necesita del paso de un lugar a otro, y en ese proceso por pasos es donde el genio maligno puede engañarnos.









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